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Brecha de Emisiones 2022: las sociedades necesitan transformarse, pero ¿cuáles son los puntos clave?

Las políticas actualmente en vigor apuntan a un incremento de la temperatura de 2.8°C para finales de siglo, lejos del 1.5°/2°C que promete el Acuerdo de París.

Se denomina "brecha de emisiones" a la diferencia entre los objetivos fijados por los países para reducir de gases de efecto invernadero (GEI) en cumplimiento del Acuerdo de París y lo que realmente sucede, es decir, entre lo que deberían emitir y lo que realmente emiten.

"La ventana de oportunidad se está cerrando: el progreso insuficiente que se ha logrado en términos de acción climática ha provocado que la rápida transformación de las sociedades sea la única salida viable", señala el último Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022. Y agrega: "La crisis climática requiere de una transformación rápida de las sociedades humanas, se constata que la comunidad internacional todavía está muy lejos de lograr los objetivos del Acuerdo de París y no cuenta con una ruta creíble para contener el calentamiento global al máximo convenido de 1,5 °C. Únicamente la transformación integral de nuestra sociedad puede salvarnos de la aceleración de la catástrofe climática".


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En el papel, queda demostrado lo que sucede todo el tiempo en el mundo: los efectos del cambio climático son cada vez más graves. Los científicos lo dicen sin rodeos: ya no son creíbles los discursos de cambio de los tomadores de decisiones si no se demuestran en los hechos.

En este informe -el número 13 desde que comenzaron estos análisis anuales- se examina la manera de llevar a cabo la transformación mediante la adopción de medidas en los sectores más influyentes en el calentamiento global: el suministro eléctrico, la industria, el transporte y la construcción y los sistemas alimentarios y financieros.


El panorama climático

El informe pone en evidencia que las promesas hechas por las naciones y actualizadas desde la COP26 (llevada a cabo en Glasgow, Reino Unido, en 2021) marcan una diferencia "ínfima" en las emisiones previstas para 2030 y concluye que estamos lejos del objetivo del Acuerdo de París por el cual se busca limitar el calentamiento global a un número por debajo de los 2°C, preferiblemente 1.5°C.

Foto: WMO Bosko Hrgic

De aquí a 2030, el estudio señala que es necesario que se reduzca un 45% la emisión de GEI en relación con las proyecciones de las políticas actuales para encaminarse a la meta de 1.5°C y se necesitaría una reducción de un 30% para alcanzar la meta de 2°C. Las políticas vigentes apuntan a producir un incremento de la temperatura de 2.8 °C para finales de siglo. La ejecución de los compromisos actuales solo reducirá este incremento en la temperatura a un máximo de 2.4°C a 2.6°C para finales de siglo, en el caso de los compromisos condicionales e incondicionales, respectivamente.


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Además, resume estos puntos clave:

Las CDN presentadas desde la COP 26 representan una reducción de apenas 0.5 GtCO2e (gigatoneladas de CO2 equivalente de gases de efecto invernadero), menos del 1% de las emisiones globales proyectadas para 2030.

- La mayoría de los miembros del G20 acaban de comenzar a implementar medidas para cumplir sus nuevas metas; a título colectivo, se estima que el G20 no cumplirá sus promesas para 2030 si no intensifican sus acciones.

?Para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, el mundo entero necesita reducir de manera nunca antes vista los gases de efecto invernadero (GEI) durante los próximos ocho años.

- Las emisiones deben seguir disminuyendo rápidamente después de 2030 para evitar agotar el presupuesto de carbono atmosférico restante. Tales reducciones masivas de las emisiones requieren transformaciones a gran escala, rápidas y sistémicas en todo el globo.

- Incluso si las medidas de transformación no lograran cerrar completamente la brecha de emisiones de aquí a 2030, cada décima de temperatura que se logre reducir importa. "Es necesario impulsar esta transformación integral para avanzar hacia un futuro con emisiones netas cero: un futuro que nos permita reducir los rebasamientos de temperatura y ofrecer muchos otros beneficios sociales y ambientales, como aire limpio, empleos verdes y acceso universal a la energía. Las transformaciones hacia las emisiones netas cero de gases de efecto invernadero ya están en marcha en los sectores de suministro eléctrico, la industria, el transporte y la construcción; pero se necesita avanzar mucho más rápido".

El sector del suministro eléctrico es el que ha logrado mayores avances, ya que los costos de la electricidad producida con fuentes renovables, como el viento y la luz solar, se han reducido drásticamente, pero aún existen obstáculos para garantizar una transición justa y el acceso universal a la energía.

Frente a estos resultados, los científicos señalan que es vital tomar estas medidas:

- no limitarse a nuevas infraestructuras de uso intensivo de combustibles fósiles;

- seguir avanzando en las tecnologías con cero emisiones de carbono, mediante el desarrollo de sus estructuras de mercado y la planificación hacia una transformación justa;

- implementar tecnologías de emisiones cero y cambiar los patrones de comportamiento con el objetivo de mantener las reducciones hasta alcanzar las cero emisiones netas;

- reestructurar el sistema financiero.

Transformar una economía mundial que depende en gran medida de los combustibles fósiles y del uso insostenible de la tierra hacia una economía con bajas emisiones de carbono requerirá inversiones de al menos 4 o 6 billones de dólares al año, "un porcentaje relativamente bajo (1,5%-2%) del total de activos financieros gestionados, pero mucho mayor (20%-28%) en términos de los recursos anuales adicionales", destaca el informe.

El IPCC estima que las inversiones mundiales en medidas de mitigación deben triplicarse o sextuplicarse, incluso más en el caso de los países en desarrollo. Sin embargo, la mayoría de los agentes financieros no han aplicado todas las medidas de mitigación del cambio climático a su disposición, por intereses a corto plazo, por objetivos contradictorios y porque los riesgos climáticos no se han reconocido de forma adecuada.


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Cosecharás tu siembra: el sistema alimentario mundial dominante es el responsable de la tercera parte de todas las emisiones

La producción de alimentos es un punto clave del estudio y tiene su razón de ser: el sistema alimentario es el responsable de la tercera parte de todas las emisiones. Esto ocurre por la manera en la que se están manejando los grandes grupos de poder: deforestación, destrucción de hábitats naturales -como los humedales- y agricultura intensiva a base de "agroquímicos" derivados del petróleo que le quitan fertilidad al suelo y dañan no solo a los territorios y a los organismos vitales del suelo, sino también a las comunidades rurales que terminan envenenadas.

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Los científicos destacan que para combatir el cambio climático hay que luchar mancomunadamente por todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU. "Los sistemas alimentarios son un factor fundamental a tener en cuenta, no solo en lo relativo al cambio climático, sino también en relación con el cambio de uso de la tierra y la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de los recursos de agua dulce y la contaminación de los ecosistemas acuáticos y terrestres. Examinar la situación desde la perspectiva de los sistemas alimentarios implica asumir un enfoque intersectorial que conecte explícitamente la oferta y la demanda e integre a todos los agentes de la cadena de suministro de alimentos", suman.

Por último, aconsejan que los ecosistemas no pierdan sus funciones vitales: "Los ámbitos prioritarios para los sistemas alimentarios incluyen la protección de los ecosistemas naturales, los cambios alimenticios relacionados con la demanda (como reducir el desperdicio de alimentos), las mejoras en la producción de alimentos en las explotaciones agrícolas y la descarbonización de las cadenas de suministro de alimentos". Es fundamental que se produzcan alimentos de manera sostenible con el ambiente, las personas y la economía, regenerando los suelos, y que sean accesibles para todo el mundo.

Se necesita una ética mundial que entienda que el "sálvese quien pueda" no solo es mezquino, sino imposible.


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