Hernán Casañas de Aves Argentinas sobre el cuidado del ambiente: "Hay un problema moral y ético por sobre todas las cosas"
En conversación con Carbono News, el director de la ONG aseguró que la Argentina, tarde o temprano, se unirá a la Campaña 30X30 que quiere lograr la protección del 30% de la biodiversidad del mundo.
La crisis climática es un hecho irrebatible, pero tiene solución. Una creciente coalición de organizaciones ambientalistas argentinas lanzó la campaña ConservAR 30x30 que propone proteger para 2030, al menos, un 30% del planeta (entre tierra y océano), una meta que considera "realista y alcanzable". Más de 90 países ya se unieron a la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, la iniciativa intergubernamental lanzada por Costa Rica para impulsar este objetivo y formalizarlo este año a través de la firma de un acuerdo mundial histórico. Sin embargo, la Argentina aún no se ha sumado.
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Esta propuesta surge en el marco de la Convención de Diversidad Biológica, un tratado multilateral suscrito por más de 180 países con la idea de conservar la biodiversidad y apostar a sistemas de producción sustentables a escala global. "Es una meta ambiciosa, pero necesaria en función de las necesidades y de la problemática que atravesamos hoy en materia climática y de pérdida de la biodiversidad", dijo a Carbono.news Hernán Casañas, Director Ejecutivo de la ONG Aves Argentinas.
"Nosotros esperamos que para la próxima COP (27), en noviembre, esto ya esté completamente resuelto y tenemos optimismo de que Argentina va a adherir porque, hasta este momento, es uno de los pocos países del mundo que no ha dado una opinión categórica y que tiene algunas objeciones", resaltó.
En una charla por videollamada con este medio, el especialista en ambiente contó cuáles son las trabas para avanzar con el acuerdo en el país y explicó los cambios productivos y de conservación de biodiversidad que debe realizar para no solo combatir el cambio climático, sino también para mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes. "La idea es apoyar al gobierno argentino para que, definitivamente, se una a esta iniciativa", dijo.
-¿Qué objeciones dieron los funcionarios argentinos para no adoptar aún este tratado?
-Nosotros hemos conversado con algunos funcionarios del gobierno nacional que nos han manifestado que no están en contra de la iniciativa, sino que están analizando algunas cuestiones internamente, pero que creen que, finalmente, Argentina va a estar apoyando la iniciativa global. Tienen una serie de objeciones vinculadas a la "ciencia" detrás de esos números y de esos porcentajes (30%), algo que es fácilmente rebatible porque hoy en día existe muchísima información científica al respecto. Creo que falta profundizar en la información que hay circulando.
Hay que destacar que no es una iniciativa que emane de los países desarrollados, por el contrario, son más los países en vías de desarrollo que están propendiendo a esta idea. Acá no hay cuestiones de imposición de ningún tipo, de hecho, cuando se habla del 30% de la superficie del planeta, se está hablando de los sitios de mayor concentración de biodiversidad, no necesariamente tenemos que conservar el 30% de la Argentina a través de áreas protegidas. Estamos hablando de un criterio global.
Teniendo en cuenta que se debe proteger gran parte de las aguas, ¿qué mirada tenés sobre la decisión del Gobierno de avanzar con la explotación petrolera offshore en el mar argentino?
En esta actividad, los derrames se dan casi indefectiblemente, con lo cual, en áreas tan sensibles desde el punto de vista ecológico por la diversidad del mar argentino, es una preocupación creciente.
Por otro lado, hay proyectos para proteger determinadas áreas de nuestro mar...
Nosotros creemos que, por ejemplo, toda el área circundante a Península Valdés (el frente marino Valdés) es una de las zonas de importancia que deberíamos empezar a proteger porque es naturalmente productiva en términos de naturaleza y es un verdadero motor de desarrollo para toda la región a través de la explotación "turística" de su fauna.
¿Cómo está actualmente el "turismo de naturaleza" en el país?
Hay estudios de consultoras que indican que más del 80% de las personas consultadas piensa que las áreas protegidas son una herramienta positiva y que pueden transformarse en un elemento para el desarrollo de las comunidades locales. Nuestro país ha hecho esfuerzos en los últimos tiempos por promover todo lo que es el ecoturismo, pero la realidad es que estamos probablemente en un 20% de aprovechamiento de nuestra capacidad, de nuestro potencial. Argentina tiene todos los recursos para convertirse en un gran líder en términos de turismo de naturaleza a escala global.
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El turismo de naturaleza representa el 30% de los ingresos de la gran masa del turismo en general y eso se puede incrementar considerablemente. Acá falta desarrollar turismos específicos como el de observación de aves, de fotografía de la naturaleza y demás. El turismo es una industria global en crecimiento: uno de cada diez empleos a escala global se considera que están vinculados a él. Apostamos al turismo como industria nacional y sustentable cuando está, por supuesto, bien manejada.
Estamos trabajando en la última etapa de creación del parque Ansenuza, en Córdoba, que va a tener alrededor de 650.000 hectáreas y va a comenzar con una infraestructura de base que estamos apuntando a que sea un modelo a nivel nacional, desde todo punto de vista. Y ahí, se está trabajando con las comunidades locales, con el gobierno provincial y con la administración de Parques Nacionales, en un trabajo mancomunado muy interesante.
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Solo el proceso de creación del parque ha hecho que, a través de la difusión en los medios de comunicación, aumenten las visitas al área. Estimamos que va a ser un sitio muy importante en términos de turismo recreativo y de naturaleza.
Hace poco se hizo la primera COP por el Acuerdo de Escazú, ¿creés que su avance puede incidir en mejores políticas de estado por la consulta obligada y clara a las comunidades sobre sus territorios?
En la Argentina, la cuestión ambiental en términos de lo que son políticas públicas es algo muy incipiente. Estamos muy lejos de tener una agenda ambiental apropiada, a la altura de las circunstancias a nivel global. Es decir, debemos insertarnos adecuadamente en lo que son los mercados gastronómicos a nivel global, que cada vez son más exigentes, o sea, nuestra producción tiene que estar a la altura de estas exigencias internacionales.
Hay un camino para recorrer en ese sentido y nosotros creemos que la actitud individual, la fuerza de cada una de las personas, termina confluyendo en una gran fuerza que hace que la política y los tomadores de decisiones terminen generando una política de estado real. Entonces, la cuestión individual, el empoderamiento de la gente es algo sustancial en esto, pero, para eso, la gente tiene que estar informada y ahí es cuando el periodismo, las organizaciones de la sociedad civil y las organizaciones científicas tienen un rol determinante.
Sin duda, hay cambios que afrontar y no son inmediatos, tenemos cultura de décadas de cierto tipo de producción. Hay avances importantes y experiencias que están mostrando que se puede producir de otra manera. En materia de ganadería, nosotros estamos impulsando lo que es la alianza de pastizal, una plataforma de productores que básicamente crían ganado en nuestros pastizales nativos. Ese ganado es, en definitiva, lo que ha dado origen a la fama de la carne argentina en el mundo, la carne de las pampas. Y eso, de alguna manera, por los modelos de producción actuales, se ha ido perdiendo. Estamos tratando de reivindicar esta forma de producción, de empoderar a esos productores, porque además creemos que hay una conjunción de factores que van a hacer que ese sea el tipo de producción a futuro que más va a valorar el mundo en términos de captura de carbono, de conservación de la biodiversidad y de la preservación de nuestros rasgos culturales. Los cambios drásticos en las técnicas productivas hacen también que se pierdan gestos culturales que tenemos que son parte de nuestra identidad.
Tenemos la Ley de Bosques, pero seguimos estando en el top de los diez países del mundo que más deforestan. ¿Cómo hacemos para cambiar de paradigma?
Vamos a tomar una de las regiones con tasa de deforestación más alta del mundo como es la región chaqueña, que ocupa una buena parte del centro norte de Argentina, parte de Paraguay y parte de Bolivia. Esa región ha sido, históricamente, deforestada con la intención principal de avanzar la frontera agrícola y ganadera. Es una región que, curiosamente, ha perdido, incluso, conectividad de sus bosques. Esto es un problema muy grave en materia de biodiversidad. Se perdió conexión entre los distintos parches porque muchas áreas están completamente degradadas, son verdaderos arbustales de sustitución más que bosques chaqueños. En esta región, el modelo de desarrollo es bastante claro, se tira el monte abajo, en algunos casos se aprovecha la madera, se implantan pasturas o se se plantan monocultivos como soja, algodón, etc. Veamos cómo eso ha contribuido, realmente, desde lo estadístico, a desarrollar las comunidades locales. Veamos si eso realmente ha sido un modelo que ha derramado en las sociedades de la región. La verdad que tenemos que decir que no.
En materia de ganadería, nosotros estamos impulsando lo que es la alianza de pastizal, una plataforma de productores que básicamente crían ganado en nuestros pastizales nativos. Ese ganado es, en definitiva, lo que ha dado origen a la fama de la carne argentina en el mundo, la carne de las pampas. Y eso, de alguna manera, por los modelos de producción actuales, se ha ido perdiendo. Estamos tratando de reivindicar esta forma de producción, de empoderar a esos productores, porque además creemos que hay una conjunción de factores que van a hacer que ese sea el tipo de producción a futuro que más va a valorar el mundo en términos de captura de carbono, de conservación de la biodiversidad y de la preservación de nuestros rasgos culturales.
Es un modelo que se ha ampliado completamente, pero ha resultado únicamente satisfactorio para unos pocos, claramente. Hay algo que está fallando y ni hablar de los problemas que estamos generando a partir de esos procesos de deforestación donde estamos afectando gravemente, incluso, a cuencas fluviales en otras regiones de Argentina.
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Este proceso de deforestación salvaje, evidentemente, va a tener consecuencias graves a nivel climático en lo local y en lo regional, más allá de los temas vinculados a la biodiversidad que también son preocupantes. Lamentablemente, la cuestión de la deforestación sigue, a pesar de las normativas. Un buen porcentaje de los bosques que se deforestan están en zona roja y las autoridades no tienen excusas. Hoy podemos prácticamente controlar el proceso de deforestación en tiempo real porque tenemos la tecnología para hacerlo, pero los sistemas punitorios no están siendo tampoco eficientes. Pagar una multa por la deforestación de un campo es algo que no le afecta mayormente al productor. Tenemos que cambiar la legislación en ese sentido y apretar las clavijas de los gobiernos provinciales y el nacional como autoridad de aplicación de la ley.
Tenemos que apelar también a la sensibilidad de la gente. Acá hay un problema moral y ético por sobre todas las cosas. No importa qué sistema económico utilices, desde el capitalismo exacerbado al comunismo, todos pueden destruir el planeta. El tema es cuáles son los límites éticos también a todo esto. Y para eso es necesario que la gente, los funcionarios, el mundo en general, se sensibilice. ¿Cómo queremos el mundo? Porque podemos encontrar, en definitiva, la tecnología para irnos a vivir a Marte o a la luna; pero yo, personalmente, quiero un mundo con lagos, con montañas, con bosques, con aves para observar y me parece que ese es uno de los argumentos más válidos que tenemos: ¿dónde dejamos la espiritualidad? ¿Dónde dejamos la belleza?
En definitiva, es la moral del sistema lo que me preocupa.