La "ecotasa", el impuesto a quienes venden envases plásticos no retornables
El municipio de Escobar implementó una nueva tasa para desalentar la venta de envases contaminantes.
En diversas ciudades del mundo se aplica el principio de "el que contamina, paga". Se trata de un sistema ampliamente extendido en países como Holanda, Alemania, Bélgica, Suecia e Italia, entre otros.
Las comunas que lo han implantado han conseguido duplicar sus tasas de reciclaje. Concretamente, con este método se ha llegado a niveles del 80% de recuperación frente al 35-36% de la media.
Luego de décadas completas de voluntarismo, que chocaba contra un "techo de cristal" de casi dos tercios de la basura sin tratamiento, se cambió la política hacia iniciativas más punitivas. Más látigo y menos persuasión.
En Argentina, el plástico tiene aún bajos porcentajes de reciclado y reutilización. Por ello, se multiplican las iniciativas para modificar la actual dinámica.
Escobar se suma
El Municipio de la "ciudad de las flores" está reglamentando la creación de una tasa por la comercialización de envases plásticos no retornables. La medida apunta a propiciar el uso de otro tipo de materiales para el envasado de productos.
Todo lo recaudado se destinará a financiar las políticas del programa Escobar Sostenible. El gravamen está orientado a hipermercados, supermercados y mayoristas.
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El monto de la tasa se calculará de acuerdo a las declaraciones juradas que presenten los establecimientos comerciales sobre la siguiente base:
- 1 peso por cada botella PET (botella plástica de tereftalato de polietileno) vendida,
- 0.37 pesos por cada envase multicapa y latas de aluminio
- 0.10 pesos por cada pañal descartable.
Se trata de una tasa destinada a lograr una mayor concientización de consumidores y vendedores.
En el AMBA ya está en práctica
El municipio de Tigre fue el pionero en aplicar tasas a los envases no retornables ya que implementó esta iniciativa desde junio de 2013.
Luego, se sumaron localidades importantes como Ituzaingó, Lomas de Zamora, Moreno, San Fernando, San Isidro, San Martín y San Miguel.
Cada una de las ordenanzas promulgadas en esas comunas se aplica sobre las PET, las multicapas, los pañales, las latas de aluminio, los aerosoles y, en el caso de Lomas de Zamora, se suman las baterías de automotores.
En el caso de San Isidro y San Martín, por ejemplo, los supermercados pueden sortear el gravamen si organizan acopios de este tipo de materiales en puntos verdes propios que funcionen dentro de sus instalaciones.
Mientras tanto, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires existen dos impuestos ambientales: el referido a la generación de residuos sólidos húmedos no reciclables y el relacionado con la generación de ácidos y afines.
La finalidad en todos los casos es clara: desalentar la comercialización de productos poco amigables con la naturaleza.
Para que la llamada "economía circular" sea una realidad, es necesario un esfuerzo conjunto de toda la cadena: empezando por los productores, los comercializadores, las autoridades administrativas y, por último, los consumidores.
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La Fundación Vida Silvestre Argentina realiza cada año un censo sobre residuos en la provincia de Buenos Aires y en el mismo se puede apreciar que más del 80% de lo que recolectan son plásticos.
"Este tipo de componente presenta un crecimiento sostenido durante los últimos 35 años en el mercado. Ha reemplazado a otros materiales como los metales ferrosos y los vidrios. Más del 40% de la producción de este derivado del petróleo se destina a envases y embalajes que se descartan al momento de la compra o el inmediato consumo", observó uno de los voceros de esta ONG, Martín Font, a Carbono.news.
Posiblemente, los derivados del petróleo marchan cada jornada rumbo a los rellenos sanitarios junto a la basura domiciliaria. Una vez que se degradan, quedan como nanopartículas en el agua que tardan muchísimo tiempo en desaparecer.
Los químicos suelen ser consumidos por los peces, los cuales son una de nuestras fuentes de alimentación.
