Activismo
Entrevista

Nicolás Pauls: "Descreo de las buenas intenciones de las grandes empresas de alimentos"

El artista argentino defiende la agroecología, la agricultura biodinámica y se declara escéptico de empresas y gobiernos que dicen defender la salud de los ciudadanos.

Detrás de un cascarón-escudo, el músico y actor Nicolas Pauls parece refugiarse. Con palabras que parecen más bien notas musicales, el padre de Olivia, León y Alfonso va tejiendo armonías que permitan acercarse a su mundo, un mundo que desde afuera no promete demasiadas oraciones pero que, al entrar, resulta un torbellino de emociones y reflexiones. Atento al discurrir de su consciencia, Pauls va mezclando retazos de canciones influyentes, de poesías, con recuerdos de su infancia "diferente", de sus años de deconstrucción profunda, con sus propias convicciones y con la única certeza de que el cambio empieza en ese mundo interno, tan interno como colectivo.

En esa apertura de la puerta de su jardín de los presentes, el artista argentino va desentramando lo que lo inquieta: la necesidad de despertar de un sistema dormido, de cuestionar la producción y el consumo empezando por el propio plato. Nicolás Pauls defiende la agroecología, la agricultura biodinámica y se declara escéptico de empresas y gobiernos que dicen defender la salud de los ciudadanos. Pero también ahonda en las relaciones de poder, las relaciones humanas con lo no humano y la imperiosa necesidad de reconocer que detrás del antropocentrismo coexisten fuerzas de relaciones justas, armónicas, pero sobre todo igualitarias.

En esa "desnudez", como bien se llamará su próximo disco de canciones propias, el músico adelanta en qué procesos creativos está trabajando y en cómo la metamorfosis de uno mismo devendrá en "el florecimiento de algo maravilloso que será acorde a la naturaleza prodigiosa que tenemos".

"El cambio es individual, es informarte, es leer los ingredientes de cada uno de los productos y decidir envenenarte o alimentarte". (Foto: Instagram @nicolaspauls)

-En una nota contás que desde muy pequeño te sentiste vinculado a los temas ambientales. Más allá de ese impulso nato, ¿reconoces algún punto de inflexión, esa especie de cachetazo de realidad, que te lleva a involucrarte más desde tu lugar? ¿Cuándo? ¿Cómo fue?

-No sé si hubo un hecho puntual en la niñez, pero sí que siempre me sentí absolutamente en armonía con la naturaleza. Sí recuerdo una vez de muy chico ir de excursión a pescar con mi hermano y un amigo al que le encantaba hacerlo. A mí nunca me gustó, sentía que algo era incorrecto haciéndolo. Uno pescó una mojarrita, el anzuelo no se lo podían sacar y este amigo consiguió sacárselo, pero salió junto al ojo de ese pez ya pescado. No pude parar de llorar por horas.

Ya en la adolescencia, estando en un campo, un amigo de esa época y otros varones propusieron ir a cazar y lamento haberme sumado a su plan que solo para mí duró un rato. Como no quería hacerlo me pidieron que manejara la camioneta. Mi intención era fundírsela yendo solo en primera, así todos tenían que abandonar. No lo conseguí, como tampoco conseguí persuadirlos de que no lo hicieran, así que me bajé del plan y terminé en la casa llorando en la cama también por horas y, prácticamente con ese episodio, cerré mi relación con este amigo. Ese mundo de maltrato me resultaba algo muy alejado de mi mirada, pero, al mismo tiempo, había una contradicción allí, porque seguía alimentándome de animales, hasta que a los 19 años, en 1992, en un viaje de verano a Brasil, destino inexorable de esos días, conversando con un amigo de allá entendí lo innecesario de matar animales para alimentarme.

A partir de ese momento esa relación que de niño tenía con la naturaleza, la del respeto por toda entidad viviente, se profundizó segundo a segundo.

-¿Qué estás haciendo desde tu lugar para poder atenuar el desastre ambiental que atraviesa nuestra Casa Común?

-Intentar consumir solamente lo necesario, procurar generar la menor cantidad posible de basura no reciclable, no comer animales, tener mi huerta, compostar. Pero debo cometer un sinnúmero de errores que podría modificar y, a medida que voy tomando conciencia de esos errores, voy modificándolos.

Ser la voz de aquellos que no tienen voz, la de los animales, embarcándome en la lucha por sus derechos, hoy procurando que los animales inocentes injustamente encerrados en las cárceles llamadas zoológicos terminen sus vidas en santuarios en libertad.

-Respira puso en evidencia la industria de los agrotóxicos ¿Cómo fue ser parte de ese documental y qué proceso reflexivo y de transformación desencadenó en vos?

-Cuando Gabriel Grieco, el director -con quien ya había hecho una película antes, "Naturaleza muerta"-, me contó que estaba trabajando en ese proyecto le dije que como fuera yo quería estar en él: actuando, haciendo música, produciendo, asistiendo. Algo quería hacer porque lo creía necesario. Creo que es urgente contar historias que hablen de la barbarie en la que estamos debido a la connivencia de los Estados con las empresas y los medios de comunicación poniendo en el plato de las casas alimentos envenenados.

Son temas o silenciados por los medios o hablados al pasar, y la realidad es que es un genocidio. Miren los alimentos que gobierno tras gobierno incluyen en los listados de "precios cuidados" y díganme cuáles de esos son alimentos que nutren. Hay gaseosas, azúcares, harinas blancas, productos tóxicos. Por eso no creo en los gobiernos que dicen ocuparse de la salud de la población y hacen estas listas. Si realmente fuera así prohibirían todos esos alimentos que dejan libremente en góndolas o fortalecerían la difusión de la agricultura agroecológica, de la biodinámica.

Hemos sido engañados siempre, porque cuando hablan de "para paliar el hambre en el mundo" nos están mintiendo. Devastan los campos, las selvas autóctonas, millones de hectáreas para "sojizar" matando y envenenado a quienes viven en las cercanías, fumigando escuelas en las inmediaciones de los campos avalados por los gobiernos. Pero no lo hacen para alimentar y paliar ese hambre, lo hacen para producir alimento para alimentar animales (a los que les cambiaron su nutrición natural de pasto a granos) y beneficiar sólo a unos pocos empresarios y que la carne de esos animales alimente a unos pocos que pueden pagar ese producto envenenado.

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Escuché por años a distintos gobiernos hablar de pobreza cero, hambre cero y de que la prioridad era revertir, remediar eso y que una de las salidas era fomentar, financiar la soja. Sin embargo, es elocuente que el foco nunca fue hacerlo, sino promover la mala alimentación (sobre todo en los períodos formativos iniciales de la vida) y la mala educación fomentando que siempre seamos dóciles para quien supone tener un poder sobre nosotros. Busquen el trabajo fotográfico que Pablo Piovano hizo sobre los agrotóxicos en la Argentina, es devastador observar tanto mal silenciado.

"El costo humano", fotos de Pablo Piovano (Fuente: pablopiovano.com)

-En las redes sociales aún sigue activa la campaña #ChauHavanna que puso freno al avance del trigo transgénico en productos emblemáticos de la góndola argentina. ¿Qué análisis haces de este tipo de acciones empresariales y qué podés contarnos de tu militancia personal y familiar que apuesta a alimentos orgánicos?

-Descreo de las buenas intenciones de las grandes empresas de alimentos. Deben ser muy pocos los productos que realmente son saludables y libres de pesticidas, conservantes y de otras sustancias de las cuales debemos prescindir. Hay algunas empresas que producen alimentos y medicamentos.

Creo que cuanto más intoxicados estamos más fácil respondemos a su voluntad, envenenar para enfermar, para darte un medicamento que calme, o exacerbe, lo que ellos mismos produjeron. Con eso está todo dicho, un círculo perfecto y perverso. Estamos hablando de alimentos que te enferman para darte un remedio que supuestamente curará lo que ellos inocularon.

Analicemos en profundidad cada uno de esos productos que venden las grandes empresas y que fueron, lógicamente, autorizadas por las instituciones que se encargan de eso (es por eso que digo que no se interesan por tu salud). Veamos cuánta azúcar tienen, cuán ultraprocesados son. El cambio es individual, es informarte, es leer los ingredientes de cada uno de los productos y decidir envenenarte o alimentarte. El caso de ese alfajor es solo un ejemplo de la inmundicia con la que crecimos.

¿Por qué muchos pasan días o meses decidiendo qué campera o qué celular comprar, pero al momento de comer son pocos los que se ocupan de saber qué se introduce? Si nos guiamos por la publicidad estamos fritos, no debe existir ninguna publicidad en medios de comunicación de alimentos saludables. Hay que procurar comer orgánico y hay productores que venden sus productos casi al mismo precio que lo que cuesta el que el otro vende envenenado.

-Sos vegetariano hace más de 30 años y vegano hace unos 15 años. ¿Es un proceso de construcción y deconstrucción la alimentación?, ¿qué cambios significó ese salto del vegetarianismo al veganismo?

-Creo que en la vida todo es alimento y todo nos forma. Lo que leemos, lo que vemos, lo que ingerimos, lo que escuchamos hace a una persona y nutre el espíritu. En algún lugar todo eso va dejando huella y marca un camino.

En mi caso, por ejemplo, los discos que escuché influyeron e influyen en mi manera de tocar música; los libros que leí en la forma de escribir o en el léxico al hablar, entonces: ¿cómo no lo harían los alimentos que ingerimos en nuestra forma de manifestarnos?

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La comida en el comportamiento humano ocupa un lugar trascendental. Hipócrates (tal vez el padre de la medicina moderna occidental) decía: "que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina". Si se supiera abiertamente el doloroso y sufrido camino que recorre un animal para terminar en un plato creo que solo inconscientes y desalmados podrían alimentarse de ellos.

Sistemáticamente me pregunto: ¿qué mensaje de amor y de esperanza puede dar la raza humana cuando un porcentaje tan alto de su población se alimenta de cadáveres?

La muerte y el sacrificio parecieran ya no sólo ser la moneda corriente sino lo natural: vemos anuncios por las calles en donde se vende la carne más rica, la más preciada. El dolor del otro ya parece no importarnos.

-Uno de los más afectados de la pandemia ha sido el arte. ¿Cómo creés que influye este golpe de silencio?

-Una cosa es el arte que se muestra, que sale del lugar en donde se crea y se expone, y que es lo que puede generarte un ingreso económico, y otra es lo que cada uno sigue haciendo a pesar de no poder salir a mostrarlo. En mi caso no he parado de hacer cosas: grabar canciones, discos, escribir, sacar fotos, pero lo cierto es que es un momento muy complejo, y que no existen espacios para salir y compartir. La rama cultural, como tantas otras, ha sido devastada por un sistema que considero sumamente perverso y oscuro.

-¿Qué responsabilidad tiene la música de transmitir y reflejar el momento planetario que estamos atravesando?

-No sé si la palabra es responsabilidad. En mi caso es buscar decir algo que no sea banal. Escucho mucha música que suena en la calle, en el supermercado, en los autos que pasan, en las radios que no me produce absolutamente nada lindo y, personalmente, necesito que la música me emocione. Escucho letras que me parecen denigrantes, violentas y eso a mí no me interesa, es más, me alejo de esa clase de música. Siento, como dije antes, que eso marca, incide en tu manera de manifestarte, y así veo a mucha gente: agresiva.

Noto que la música entretiene, divierte, y para eso yo prefiero ir a jugar a la pelota con amigos. Escucho a artistas que con su obra me transmiten miradas que acompaño, con quienes me siento en armonía. Pero es difícil decir si la música tiene o no la responsabilidad de transmitir lo que estamos atravesando porque hay distintas miradas de lo que sucede. Sí puedo decirte que he dejado de escuchar a distintos artistas porque sus posturas, ideas y declaraciones las encontré hoy en las antípodas de las mías.

"He grabado tres discos entre 2020 y lo que va de 2021, el primero saldrá en julio" (Foto: Instagram @nicolaspauls)


-¿Qué estás queriendo decir hoy con tu música?

-Siempre encontré en la música el canal de expresión más auténtico y profundo. En la música soy yo, hablo de mí, es mi mirada del mundo, de las cosas, mi búsqueda, es estar desnudo allí.

-¿En qué proyectos estás involucrado y qué procesos creativos estás llevando adelante?

-He grabado tres discos entre 2020 y lo que va de 2021, el primero saldrá ahora en julio. Es de un proyecto llamado "De otros" en donde grabo canciones de músicos que me han acompañado a lo largo de la vida. Al momento edité uno, ahora sale el segundo y hay dos más por editar.

Entre los invitados está mi hermano Gastón a quien invité a cantar una canción que es fotografía de nuestra infancia: "Canción del horizonte" de Litto Nebbia. También sale en julio el tercer disco que produje del proyecto "Canciones de cuna" para la asociación civil Casa de la Cultura de la Calle, que mi hermano Gastón montó hace más de 15 años y en la cual le da clases de arte a niños en situación de vulnerabilidad de derechos. Clases de teatro, fotografía, música. Son letras de niños y niñas que asisten a los talleres y músicas de artistas de todo el mundo.

«En los discos anteriores grabaron Spinetta, Mollo, Aznar, Aristimuño, Nebbia, Miguel Cantilo, Germán Daffunchio, Kevin Johansen, Miguel Mateos, Demian Rice, Hugo Fatorusso, y muchos más»

También estoy grabando un disco de canciones mías nuevas que se llamará "Desnudez". En cuanto a la pantalla grande y chica, estuve filmando una película y también por empezar a grabar unos programas de TV.

-La irrupción de las redes sociales ha significado un cambio abrupto de paradigma y representa una oportunidad, pero también una amenaza. ¿Cuál es para vos la oportunidad del uso de las redes y qué amenaza implica en lo personal tales herramientas?

-Me gusta sacar fotos y es por eso que solo utilizo Instagram, para subir las fotos y para comunicar lo que pienso del rumbo del mundo. Pero es tal la censura que hay, que es alarmante. No me interesan ni consumo otras redes sociales, ni siquiera la única que uso, ya que no sigo a casi nadie. Las redes han dado voz a mucha gente, pero lo que entiendo es que, en muchos casos, se utiliza con un nivel de violencia y odio demenciales.

-Si tuvieras que contarles un cuento a tus hijos antes de ir a dormir que les represente el mundo que les dejamos, ¿qué les contarías?

-Hace unos años edité un libro llamado "Feliz escape" que fue de alguna manera co-escrito con mis hijos. Por las noches me pedían que les contara algún cuento, pero no leído sino imaginado en el momento, y así fuimos entre los tres construyendo una historia que terminó siendo un libro que habla del injusto encierro de los animales, algo que sucede hoy en prácticamente todo el mundo.

"Me gusta sacar fotos y es por eso que solo utilizo Instagram, pero no sigo a casi nadie" (Foto: Instagram @nicolaspauls)

-¿Crees en los cambios de paradigma que impulsan los Estados del mundo en pos de un Green New Deal o lo ves como parte del maquillaje, es decir, de un plan similar, pero de color diferente?

-No les creo a los gobiernos, creo en los movimientos individuales. ¿Esperar respuestas de los gobernantes? Los gobiernos están absolutamente corrompidos y sucios. La respuesta no está allí, en ellos.

Todos los de turno están detrás de un poder que claramente no es aquel verdadero del que hablaba Castaneda. Lo que persiguen es algo avaro, codicioso y solitario.

Ellos están digitados por intereses aún mayores, manejados por otros más poderosos. Ahí afuera, el sistema gobernante lo hace como siempre lo ha hecho: en la desigualdad, en la explotación, en la mentira, en la devastación del planeta. La salida no es por allí esperando que hagan algo.

Cambiemos nosotros mismos y algún día el sistema, cuando no viva de nuestra energía, se va a caer y florecerá algo maravilloso que será acorde a la naturaleza prodigiosa que tenemos.

-¿Qué y quiénes te dan esperanza?

-Mis hijos y contemplar la naturaleza.

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