Salud y alimentación
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Slow Life, la tendencia que gana cada vez más adeptos

Las crisis suelen ser oportunidades. El Covid-19 demostró que podemos (y debemos) vivir más lento. En este relato en primera persona te compartimos los mejores tips de este movimiento que te enseña a hacer de tu vida un verdadero disfrute.

Comunicadora y profesora de yoga. Creadora de Flama Yoga.

Durante la pandemia, ocurrieron muchos cambios. Mientras algunos estábamos trabajando todo el día sin poder frenar, otras personas, por el contrario, se encontraron sin tener nada que hacer. Ya sea por una causa o por otra, uno de los grandes aprendizajes que nos deja el Covid-19 es el de poder repensar si una vida más tranquila, si bajar un cambio, si vivir más lento, es posible.

Slow life, slow living o vida slow son algunos de los términos que se utilizan para nombrar esta tendencia hacia un estilo de vida "lenta", no pasiva, sino más conectada con lo simple del día a día.

El Covid-19 nos permitió repensar si una vida más tranquila, si bajar un cambio, si vivir más lento, es posible.

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Esta tendencia nace como una analogía del slow food, un movimiento que surgió en la década de los 80, en Italia, en contra de las cadenas rápidas de comida que se estaban abriendo en Roma. ¿Qué buscaba esta corriente? Volver a las bases comiendo bien y respetando los tiempos del planeta. ¿Te suena actual esto? ¡A mí sí! Desde aquel entonces, se luchaba por priorizar la producción local, lo natural y la conexión con la alimentación como un momento de pausa, de disfrute y de energía.

Desde mi experiencia personal, durante el 2020, me vi inmersa en un estilo de vida donde trabajar de día y de noche era algo normal. Me veía dentro de una bola de nieve que no podía frenar. Mi tiempo -un valor muy preciado hoy por hoy- estaba enfocado en trabajar largas jornadas en relación de dependencia. Pensaba que si trabajaba más, ganaba más, pero gastaba más y todo el tiempo tenía nuevas necesidades y deseos que, al final del día, no me hacían feliz.

Practicaba Yoga, dando mis primeros pasos en paralelo como profesora y me sentía cada vez más desencajada entre esta nueva experiencia y mi trabajo fijo. Me encontraba cada vez más lejos de lo que verdaderamente me importaba: vivir de manera más consciente y conectada conmigo, con mis vínculos, buscando sentirme bien. Por eso, fui entendiendo poco a poco lo que realmente quería: trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Bajando un cambio y tomando buenas decisiones, emprendí el viaje hacia la búsqueda de una vida más lenta.

Cuántas veces sentimos estrés, prisa, dormimos mal, sufrimos de ansiedad, nos sentimos tristes porque tenemos deseos sin cumplir, conectamos con el pasado o el futuro (proyectando) sin conectar con el presente. Parece un tren que no se puede frenar, pero lo bueno es que les vengo a contar que hay luz al final del túnel: bajarse del tren de la locura es posible. Eso sí, implica esfuerzo y determinación.

Teniendo en cuenta algunos consejos y empezando de a poco, sin abrumarnos, es viable conectar con nuestra realidad de manera más amable, buscando un mayor equilibrio hacia la vida que realmente queremos tener. ¿Te preguntaste esto alguna vez? ¿Cómo es la vida que querés tener hoy? Nuestra relación con la tecnología, con nuestro trabajo, con el dinero, con el consumo desmedido, puede mejorar. Con responsabilidad y estos tips que te traigo hoy, podemos comenzar.

1. Madrugar y tomarse un tiempo

Cuando abrís los ojos, tomate unos minutos para respirar en la cama. Despertate temprano y hacé todo lo necesario antes de arrancar a trabajar: desayunar, caminar, mover el cuerpo, hidratarte, realizar tu aseo personal, agradecer.

2. Dormir bien

No solo implica las famosas 8 horas. Dormir en un espacio cuidado -casi sagrado para mí- sin ruidos ni luz molesta, evitando ir a dormir con el teléfono celular. Dato de color: los despertadores de la época en la que no existía el celular están a muy buen precio y evitás ver la pantalla como última acción del día.

3. Comer sano

Mucho para decir acá, pero tené en cuenta: cociná -es amor por vos mismo, hace bien, es creativo, no es necesario estar mil horas dentro de la cocina- comprá local, evitá productos procesados, organizá tu semana. Te cuento un secreto para tu bolsillo: los productos de estación son más baratos en la verdulería.

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4. Practicar Yoga, meditación o respiración

O todo junto, ¿por qué no?. Mové el cuerpo al levantarte o en cualquier momento del día. Estirate, despertalo y tratalo bien. Conectar con el cuerpo más allá de lo estético, siempre nos hace bien.

5. Disfrutar del tiempo al aire libre

Podés organizarte para trasladarte caminando cuando estás en la rutina diaria. También podés conectar con la naturaleza, buscando en tu ciudad nuevos lugares al aire libre.

6. Conectar con el presente

Cuando comas, comé. Cuando leas, leé. Cuando estés con amigos y familia, disfrutalos. No estoy en contra del teléfono, estoy a favor de su uso responsable. Tener charlas profundas, lindas, disfrutar de esos momentos, te aseguro que te cambia el día.

7. Ser responsable con el uso de la tecnología

Ayudate a vos mismo estableciendo horarios offline. Podés dejar lejos tu teléfono por un ratito para dedicarle tiempo a alguna actividad, silenciar las notificaciones o silenciarlo. Implica esfuerzo, lo sé. Pero lo vale.

8. Consumir lo necesario

Esto aplica a alimentos, comida, autos, souvenirs, ningún rubro queda exceptuado. No compres demás y, cuando compres, pensá si realmente lo necesitás.

Cuando vivimos teniendo en cuenta este estilo de vida slow, nos vemos en la búsqueda de una vida más simple, enfocada en las cosas importantes. Bajar un cambio hace que se filtren todos los aspectos de tu vida.

Disfrutar más del presente nos hace más conscientes, nos conecta con nosotros mismos, nos cambia el ánimo y la actitud. Antes de irte a dormir, anotá algo que te haya hecho sentir feliz y completo en el día y vas a empezar a sentir como, poco a poco, vas generando cambios.





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