Salud y alimentación
Diálogo

Fuimos nosotros: apropiación de la naturaleza y Covid-19

"Estamos en un planeta que es finito. El desarrollo no es sostenible si se piensa en términos exclusivamente económicos", dice la doctora en biología María Elena Zaccagnini.

Doctora en física (UBA), docente universitaria y divulgadora científica

La pandemia del Covid 19 nos cambió la vida. Revolucionó la dinámica de las sociedades a nivel mundial, modificó comportamientos e instaló nuevos hábitos en nuestra cotidianeidad. Hace al menos seis meses que en el mundo no se habla de otra cosa.

¿Pero por qué pasó esto? Encontré la respuesta en una declaración que publicaron miembros del Conicet y de la Universidad de Córdoba -especialistas en temas de ecología, ambiente, salud, alimentación y sociedad- titulada "El Covid-19 es el resultado del modelo de apropiación de la naturaleza". ¿Apropiación?, ¿leí bien? Sí, apropiación.

Comencé a leer el texto. Sostiene que la crisis global desencadenada por esta pandemia, "no es una crisis aislada sino que es parte de una crisis ambiental y civilizatoria más profunda, más duradera y más difícil de superar". Luego argumenta que "esta pandemia ha sido creada por nosotros o, mejor dicho, por nuestro modelo actual de apropiación de la naturaleza.".

Los investigadores explican que la imprudencia humana a la hora de relacionarse con el ambiente es tal que estamos estableciendo contactos estrechos inéditos entre poblaciones en condiciones vulnerables y animales silvestres. Eso facilita la mutación y el tránsito de los virus desde éstos, a los animales domésticos y a las personas.

El documento no sólo nos convoca a pensar en el ambiente, sino también en el modelo de sociedad que tenemos. Y sugieren que si los abusos hacia los más vulnerables perduran, si la creciente desigualdad social, las condiciones de precariedad y la extrema pobreza de amplios sectores de la población no cesan, entonces otra crisis como ésta es posible.

Para entender con más precisión de qué se trata esta "apropiación de la naturaleza" me contacté con la doctora en biología María Elena Zaccagnini, profesional asociada consulta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y miembro de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos. 

Dra. María Elena Zaccagnini

"Apropiarse de la naturaleza implica hacer un uso egoísta de la naturaleza, pensando en que te pertenece, que puedes hacer cualquier cosa con ella. En realidad, necesitamos pensar que la naturaleza es un bien común, que debe ser pensado con sentido generacional, que debe ser ‘utilizada' de forma sostenible, lo que quiere decir ‘con límites', comprendiendo muy bien esos límites, basados en el conocimiento científico, indígena y local", dijo.

Y agregó, apesadumbrada, que esta usurpación que ejercemos sobre la naturaleza está en estrecha relación con un sistema que insiste en convencernos de que nuestra calidad de vida y nuestra capacidad de consumo van de la mano. Y entonces invitó a reflexionar: "¿De qué calidad de vida vamos a hablar si toda el agua de los arroyos de Argentina está contaminada?, ¿a qué calidad de vida nos referimos si cada vez hay más pérdida de árboles que contribuyen a la calidad del aire?, ¿de qué calidad de vida esperamos disfrutar si vamos a tener cada vez peores alimentos porque no hay polinizadores que sostengan la reproducción de las plantas? Pongamos a la calidad de vida en otros términos, no como la capacidad de comprar".

Le pregunté entonces por la posibilidad de contar con un desarrollo sostenible de cara al futuro. Su respuesta fue otra vez tajante: "Estamos en un planeta que es finito, ¿hasta cuándo vamos a pensar que es posible un desarrollo sostenible? El desarrollo no es sostenible si se piensa en términos exclusivamente económicos. ¿Cuándo vamos a incorporar en las cuentas ambientales el costo de perder biodiversidad?, ¿o de contaminar el agua?, ¿o el aire?".

También me explicó que los expertos necesitan mostrar la relación entre la calidad de vida y la biodiversidad, y aseguró que lamentablemente no lo estaban haciendo de la manera adecuada. "Si nosotros le hacemos saber a la gente que con los suelos degradados como están no se va a poder producir alimentos, que toda nuestra calidad de vida va a disminuir por el proceso de pérdida de biodiversidad, quizás logremos un pequeño cambio", afirmó.

¿Qué papel juega la política en todo esto?, pensé, y le pregunté. Con resignación me dijo que no había visto nunca ninguna iniciativa de ningún partido en pos de velar por el ambiente. "Hay muchos intereses económicos", sentenció Zaccagnini, y lamentó la falta de expertos en ecología asesorando a ministros o legisladores. "Creo que somos muy desaprovechados", dictaminó.

El ambiente no está en la agenda de los políticos. Nunca estuvo. Será hora entonces de que la sociedad se lo imponga. Al respecto, la doctora en biología me explicó que era clave la educación formal y no formal. 

"Esto debería entrar en el sistema de educación nacional, en las currículas de todos los niveles de educación. Así, si la gente se lo toma en serio, presionará a los políticos para que tomen buenas decisiones en cuanto a lo ambiental".

Nos apropiamos de la naturaleza porque la entendemos como algo externo a nosotros. Es hora de darnos cuenta de que somos la naturaleza. El Covid-19 es parte de la naturaleza, su origen está en la naturaleza y por tanto nuestra relación con ella es determinante para nuestra vida y para el futuro del planeta.

Conversé con María Elena Zaccagnini el 10 de Julio. El día anterior mucha gente en todo el país había salido a la calle con banderas a festejar el día de la Independencia y a hacer oír distintos reclamos. Mencionamos el hecho al final de la charla y ella me dijo esperanzada: "Alguna vez habrá un banderazo por el ambiente". "Ojalá", pensé yo.

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