Así afectaría el cambio climático a los puntos turísticos de la Argentina

Dos informes internacionales recientes sobre el "efecto invernadero" vaticinaron un futuro sombrío para Argentina.

El primer informe fue publicado el pasado agosto por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y en él se anticipan graves inconvenientes en los principales sitios turísticos. Según esta organización, se estima que en la zona cordillerana patagónica continuarán las pérdidas de volumen de los glaciares y el deshielo del permafrost. Se proyecta, además, que aumentarán las condiciones climáticas cálidas, secas y ventosas, las que combinadas entre sí, propician los incendios forestales. El panorama no es mucho mejor para las costas, se cree que el nivel del mar se elevará a una velocidad mayor que la media mundial en el Atlántico Sur y es muy probable que aumenten las inundaciones. 

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También sufrirán los ecosistemas litoraleños con temporadas sumamente irregulares y fuertes sequías, como la que afecta actualmente al Río Paraná y a la joya turística Cataratas del Iguazú, una de las siete maravillas naturales del mundo. En las grandes ciudades, como Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza se acrecentarían las llamadas "islas urbanas de calor" debido al uso intensivo de equipos de aire acondicionado en verano y de calefactores de todo tipo en invierno.

Un segundo dossier fue elaborado por Climate Central, una organización de medios informativos y científicos orientados hacia la meteorología. Según las proyecciones de sitios digitales de gran importancia (New York Times, Associated Press, Reuters, NBC News, CBS News, CNN, ABC News, Scientific American, National Geographic, Science, y The Washington Post) en el año 2100, parte de las provincias de Buenos Aires y de Entre Ríos, al igual que numerosas regiones de América Latina, quedarían bajo el nivel del mar. 

De acuerdo a este estudio, tanto el extremo sur de la Mesopotamia como las riberas de la provincia de Buenos Aires quedarían completamente sumergidas en menos de 80 años. El nivel de las aguas podría aumentar unos 70 centímetros en el Delta de los ríos Paraná y Uruguay. Algo similar ocurriría con la Bahía de Samborombón, mientras que las zonas costeras de la Ciudad de Buenos Aires, el Sur del Conurbano bonaerense y La Plata también se verían severamente afectadas.

Consultada por Carbono.news, la doctora Carolina Vera, Investigadora del Conicet en temas climáticos y Jefa de Gabinete del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Argentina, sostuvo:

"El último reporte del panel de cambio climático (IPCC) salió el mes pasado y es bastante contundente. Confirma que vastas regiones de Argentina estarán amenazadas. En el caso de los Andes, en Cuyo y en la región del Norte de la Patagonia, veremos sequías y falta de nieve por el calentamiento. También, retroceso de los glaciares y pérdida de volúmenes de hielo a grandes alturas. En el extremo Austral de nuestra nación, habrá mayor aridez que la actual. Este año ya tuvimos un adelanto, las primeras grandes nevadas llegaron muy tarde, para la segunda mitad del mes de agosto. El calentamiento se ha venido dando gradualmente y se va a seguir dando de esa forma. Nos enfrentaremos a eventos nuevos porque no es lo mismo una sudestada tradicional que un aumento extremo y sostenido del nivel del mar. Tenemos todavía tiempo de definir acciones. Pero, si decidimos que no queda nada por hacer, agarremos los botes y sobrevivamos como podamos. Creo que aún tenemos oportunidades de cambiar".

A pesar del interés enunciado por numerosos funcionarios argentinos de las tres esferas de competencia (nación, provincias y municipios), el debate sobre el deterioro de la naturaleza estuvo prácticamente ausente en las discusiones de los candidatos para las presentes elecciones parlamentarias. Muy probablemente, esta carencia se debió a diversos factores:

   desconocimiento del tema por parte de los propios candidatos,

   falta de interés de los votantes en cuestiones relacionadas con la sustentabilidad

   una agenda mediática demasiado sesgada hacia la inmediatez

Más aún, pudo deberse a estos tres aspectos combinados. Si no está en las intenciones ni en las agendas de nuestros gobernantes el evitar la tragedia que día a día sentimos más cercana, somos nosotros, los votantes, los responsables de ejercer nuestro derecho y nuestro deber de ciudadanos y exigirles sumarlo a sus prioridades; de otra manera, deberemos responder ante las generaciones futuras por nuestro desinterés y desaprensión, será difícil que puedan perdonarnos.