Energía
Diálogo

¿Fracking sí o no?: expertos opinan sobre su impacto ambiental y social

Roque Pedace, biólogo, y María Angélica Sabatier, ingeniera en recursos hídricos, exponen sobre los puntos más discutidos de la fracturación hidráulica.

Doctora en física (UBA), docente universitaria y divulgadora científica

El fracking, fracturación o estimulación hidráulica es una técnica de extracción de gas y petróleo en yacimientos que se denominan no convencionales.

Normalmente, las rocas que albergan petróleo y gas tienen una alta porosidad y una alta permeabilidad. Esto implica que tienen una alta densidad de huecos dentro de los cuales se encuentra el hidrocarburo, y que el mismo fluye con facilidad por la roca. Esto último es muy importante: la eficiencia en la producción se basa en gran parte en extraer desde un único punto la mayor cantidad de hidrocarburo posible, y para eso es clave que pueda moverse con facilidad por la formación rocosa, es decir, que tenga alta permeabilidad.

Los yacimientos no convencionales por el contrario, tienen baja porosidad y baja permeabilidad, lo que hace muy difícil la extracción. Así es como la técnica de la fracturación hidráulica sortea esta dificultad y permite aprovechar estos recursos.

En un contexto marcado por la demanda en alza de los países emergentes y el techo de producción al que están llegando la mayoría de los países productores, la industria de hidrocarburos se ha visto obligada a buscar nuevos tipos de yacimientos. Así es como han entrado en juego los no convencionales, cuyas reservas de gas natural se estima que son la mitad del total de reservas en el mundo.

La técnica del fracking consiste en perforar la roca en vertical y, al alcanzar la capa que contiene el gas, ingresar en horizontal. Por medio de la inyección de agua a muy alta presión, se busca generar nuevas fracturas en la roca y ampliar las ya existentes. Es decir, se intenta aumentar la permeabilidad de la formación para que el hidrocarburo fluya con más facilidad y así finalmente suba a la superficie.

¿Y por qué es tan polémica esta técnica?

El fracking ha impactado negativamente en algunos sectores de la escena energética, científica, social y mediática, que sostienen que es un mecanismo perjudicial para el ambiente y para las comunidades que viven cerca de la zona de extracción. Uno de los principales daños que se le adjudica es la excesiva cantidad de agua (200.000 m3) que se requiere en cada una de las alrededor de 14 perforaciones que se realizan por km2. Por otro lado, preocupa el uso de hasta 500 químicos que ayudan en el proceso de fracturación, entre ellos muchos tóxicos. La composición exacta del fluido de fracturación es considerada un secreto empresarial y en muchos países violan políticas ambientales. 

Otro impacto que inquieta es la contaminación del aire. El gas no convencional tiene altas concentraciones de metano, un gas de efecto invernadero 23 veces más potente que el CO2. Además, se han constatado movimientos sísmicos coincidentes con periodos de fracturación hidráulica. Por último, muchas voces se han alzado en contra del impacto que el fracking tiene sobre las economías preexistentes en las zonas de extracción y en el cambio que provoca en la fisonomía de los pueblos.

Fracking ¿sí o no?

Con el objetivo de profundizar la mirada acerca del fracking y discutir sus beneficios y perjuicios, Carbono.news conversó con expertos en distintas áreas relacionadas con la energía y el ambiente, y con distintos posicionamientos frente a esta técnica.

Los especialistas con posturas a favor de la fracturación hidráulica afirman que la técnica no es novedosa sino que en Argentina comenzó a usarse hace ya más de 60 años. Sostienen por lo tanto que si hubiese sido algo perjudicial para la salud y el ambiente, las provincias ricas en hidrocarburos ya estarían sumergidas en un deterioro ambiental generalizado.

Consultados acerca de la contaminación del agua y su uso excesivo, explican que los pozos, que poseen tres capas de acero encapsuladas con cemento, llegan a los 2000 metros de profundidad, mientras que los acuíferos están a 30 metros y llegan hasta los 200 metros. Así, aseguran que no hay manera de que haya ningún tipo de contaminación. Por otra parte, aclaran que los pozos tienen una regulación bajo ley y que si bien es cierto que se utiliza mucha agua, y que es uno de los problemas de la técnica, también lo es el hecho de que gran parte de esa agua se reutiliza hasta 3 veces.

Con respecto a los riesgos sísmicos que se le adjudican al fracking, los científicos que trabajan en el tema argumentan enfáticamente que es imposible que el método genere temblores ya que las perforaciones tienen algunos miles de metros mientras que las profundidades promedio de los sismos es de 20 a 30 kilómetros.

En cuanto al aspecto social del impacto de la fractura hidráulica, explican que en general los pozos están a 30 o 40 kilómetros de una localidad urbana, con lo cual no hay contaminación auditiva. Sostienen que es no es cierto que la gente vive mal por el petróleo, y que incluso hay casos de pueblos, como por ejemplo Malargue, en Mendoza, que nacieron como petroleros y han crecido mucho, beneficiados con la industria de los hidrocarburos.

Otros investigadores, provenientes de distintos sectores académicos y profesionales, tienen puntos de vista diferentes con respecto al fracking.

"Con Vaca Muerta corremos el riesgo de quedarnos con poco y nada". Roque Pedace, biólogo, investigador en cambio climático y energía, y especialista en políticas tecnológicas.

Pedace comienza el diálogo describiendo lo que para él es el aspecto más perjudicial de la fractura hidráulica: "El mayor de los problemas son las emisiones fugitivas, las que se pierden en algún punto de la cadena. Cuando encendemos la hornalla en nuestras casas por ejemplo, hay cierta cantidad de gas fugitivo. En este caso, las más críticas se dan en boca de pozo, cuando se recupera el líquido, ya que viene con metano que en parte se escapa. Por otra parte, al igual que en el caso convencional, también hay fugas cuando se sigue extrayendo por años. Desde el punto de vista del cambio climático, es el problema más crítico, son inaceptables las emisiones. Esto en cuanto al impacto global. En cuanto al local, si las cosas se hacen muy bien, se supone que el impacto debería ser igual o menor que el de una explotación convencional. De todas maneras son muchas más perforaciones y por ende los impactos a atender".

Roque Pedace (Foto: captura)

Consultado sobre la contaminación del agua y el riesgo sísmico, el biólogo insiste que ése y los otros problemas del fracking son locales y dependen fuertemente de la tecnología o régimen que se utilice. "Se puede usar poca agua, reciclando mucho, no se necesita agua completamente limpia. En Argentina se usa mucha porque tiene un bajo costo, si bien su transporte es caro", explica. 

En cuanto a los sismos, Pedace afirma que en algunos lugares han sido un problema, pero que son de baja intensidad. "Por lo que he visto y hablado con geólogos estamos muy por abajo en órdenes de magnitud de lo que es un sismo menor. Pero lo han medido, y si lo han medido es porque ocurrió. Dudo de todas maneras que sea algo crítico en todos los casos, ya que depende de la geología del lugar", concluye.

Pedace es experto en cambio climático y energía y por tanto es interesante su visión sobre el presente y el futuro de Vaca Muerta. "La fractura hidráulica tiene dos planos, uno es el global-estratégico y otro el local-inmediato. En este último lo que más pesa son las presiones de las provincias y del estado para hacerse de regalías. Desde este plano, Vaca Muerta parece imprescindible", afirma.

Sin embargo advierte que gracias al Acuerdo de París, las empresas están comenzando un proceso de descarbonización, por lo tanto sostiene que más de la mitad de las reservas no se podrán extraer. 

"Si tenemos un precio de carbono fijado internacionalmente y además hay una tendencia mundial acelerada a sacarnos de encima el gas, el petróleo y el carbón, se corre el serio riesgo de haber hecho una inversión enorme en instalaciones que no podrán en el futuro adaptarse para usos alternativos. Supongamos que en cinco años pudieran tener lista Vaca Muerta, ¿cuánto tiempo queda para exportar? Todos van a tratar de sacarse de encima el producto y como resultado, los precios van a bajar. Corremos el riesgo de quedarnos con poco y nada", advierte Pedace.

"La mayor parte de las compañías quebrarán. Si a eso se le añade la electrificación, que es un proceso inevitable a partir de fuentes renovables más económica que otras energías, habrá una crisis de demanda. Puede ocurrir, gracias a la pandemia, que hayamos llegado al pico de explotación de petróleo. El debate que queda es por el gas. Sabemos que tenemos mucho más del que podemos extraer, sobretodo del no convencional", asevera. "Desde el punto de vista de lo que interesa a largo plazo, Vaca Muerta es un clavo, se está comprando algo que se podrá utilizar solo un cierto tiempo y tendrá un costo irrecuperable muy alto", sostiene y agrega, "el tema es quién paga por todo eso. Por eso al gobierno actual le cuesta encontrar inversionistas".

Con respecto al futuro de la energía en la Argentina y el mundo, Pedace asegura que hay muchos escenarios que muestran que incluso económicamente tiene sentido hacer una transición a energías limpias. "Sería beneficioso", concluye.

"¿Por qué hay que demostrar que el fracking contamina?. Que ellos demuestren que no lo hace". María Angélica Sabatier, ingeniera en recursos hídricos. Magíster en gestión ambiental, docente e investigadora con área de concentración en sostenibilidad sistémica, FADU-UNL.

La conversación con Sabatier comienza con la consulta sobre su visión, como especialista en gestión ambiental, sobre el fracking. Inmediatamente mencionó el principio precautorio que la Corte denomina "In dubio, pro Natura": "ante la duda, no destruyamos la naturaleza", traduce. Y otro muy importante, "In dubio, pro Aqua". 

"Que el fracking se practique hace décadas no significa que sea bueno", asegura, y agrega: "No hay todavía evidencias científicas concluyentes sobre que el fracking no tiene un impacto estructural irreversible. Es una fractura, eso ya habla del ataque que produce sobre el medio en el que opera. Además, es una técnica que aumenta las emisiones de efecto invernadero, eso es lo más grave. En un momento en el que se está discutiendo la descarbonización de la economía argentina, no poner la nariz sobre el fracking, es como no querer ver la nave espacial que está cayendo del espacio", declara.

María Angélica Sabatier (Foto gentileza)

Sabatier tiene una mirada muy amplia con respecto a este método de explotación de hidrocarburos, que tiene en cuenta no sólo lo ambiental, sino también lo social y lo económico. "Sobre el fracking debería haber una valoración ambiental rigurosa siguiendo cuatro dimensiones: la ecológica, la social, la económico-productiva, y la político-institucional. Y en esta última situar un plexo normativo que limite el fracking hasta que se demuestre que no es dañino. ¿Por qué hay que demostrar que contamina?, que ellos demuestren que no lo hace, como pasó con Monsanto", sentencia.

"Lamentablemente el tema de los hidrocarburos se reduce a considerar solo las divisas. Lo mismo pasa con la soja y los biocombustibles. Las evidencias científicas muestran que el biodiesel que proviene de una hectárea de soja que se siembra por desmonte o deforestación, termina dando un balance negativo altísimo de emisiones. ¿Por qué en Argentina no se tiene en cuenta esto? Por el mito de que la soja es la bonanza. Lo mismo pasa con el fracking con el agravante de que es un tema de élite, no está en la agenda periodística, ni en la ambiental. Es blanco o negro y no se puede alcanzar un consenso", explica.

En cuanto a la dimensión social, Sabatier se muestra muy crítica y enfática en sus pronunciamientos. "Ya ha pasado que alguna empresa elige un lugar para perforar por fracking y resulta que no obtiene la rentabilidad deseada, esa que maximiza la inversión, entonces ¡se van! y dejan el pasivo ambiental, que no es sólo lo ecológico, es también lo social. La insostenibilidad también se manifiesta allí. El fracking altera todas las relaciones económicas y sociales porque hay actividades que desaparecen cuando la empresa llega y otras que lo hacen cuando se van. Hay casos en los que dejan hasta los tachos de petróleo abandonados, la municipalidad lo cerca y así queda, todo muerto alrededor, ni aves ni nada. Y esto no es un caso, es la generalidad. Por eso las comunidades locales se oponen, porque saben que es pan para hoy y hambre para mañana. Además, cuando la empresa se va, se lleva a los jóvenes, se lleva a los más formados, se lleva lo mejor que tiene la comunidad. Es una alteración muy profunda".

Sabatier habla con ímpetu y al final de charla reflexiona sobre el peligroso posicionamiento que tiene mucha gente vinculado a ver el ambiente como un objeto que si se rompe se arregla y si se contamina se descontamina. "Eso no es así ni de cerca. Ése es el argumento para viabilizar la actividad económica a cualquier precio y maximizar la renta. ¿Quién te asegura que se puede remediar el daño que puede causar el fracking? Nadie", asegura la ingeniera y agrega que no debería tenerse en cuenta la maximización de la renta sino la optimización, considerando lo social, la inclusión, la equidad, la distribución de la renta.

"Porque al final todo este pasivo ambiental se genera para que la renta siga concentrada en pocas manos y en muchos casos se vaya del país", concluye.

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