El triple impacto de la pirotecnia: ambiente, animales y personas con autismo
La llegada de las fiestas despierta una imagen recurrente: cielos iluminados por los colores y estruendos de la pirotecnia. Sin embargo, lo que para algunos es sinónimo de celebración, para otros representa sufrimiento, tanto para el ambiente como para animales y personas con trastorno del espectro autista (TEA).
Cada explosión que ilumina el cielo viene acompañada de una carga contaminante. Los fuegos artificiales liberan gases tóxicos, como dióxido de carbono, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que contribuyen al calentamiento global. Las partículas finas suspendidas en el aire, conocidas como PM2.5, pueden causar problemas respiratorios en personas y animales.
Además, distintos estudios han demostrado que los residuos metálicos y químicos, como el perclorato, persisten en el agua y el suelo durante semanas, afectando a ecosistemas enteros. Por ejemplo, un informe de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos destacó un aumento del 42% en los niveles de contaminación en áreas cercanas a espectáculos pirotécnicos.
En regiones con alta densidad de población, el impacto es más severo. La calidad del aire empeora significativamente después de los eventos festivos, afectando especialmente a personas con enfermedades respiratorias crónicas. "También se encontró que los metales presentes en los fuegos artificiales pueden tener un efecto perjudicial en la salud respiratoria. Por ejemplo, la inhalación de polvo de aluminio puede tener un efecto fibrogénico en los pulmones, el cromo de bario es citotóxico y genotóxico para las células pulmonares humanas y la exposición crónica al cadmio inhalado puede conducir al enfisema".
Un infierno para los animales
"Los perros y gatos son animales sintientes; realmente pueden sufrir igual que nosotros durante una crisis de ansiedad", explica el especialista en conducta animal Juan Manuel Liquindoli. Los estruendos inesperados generan miedo y pánico en los animales de compañía, manifestándose en temblores, jadeos, pérdida de apetito y conductas de escape, lo que puede derivar en accidentes o en pérdidas de animales. Por ejemplo, durante las fiestas, los refugios reportan un aumento significativo en los ingresos de mascotas extraviadas.
A pesar de los muchos esfuerzos que se realizan por concientizar a la sociedad y lograr un cambio cultural que abandone el uso de la pirotecnia, su presencia durante las fiestas sigue siendo moneda común y tenemos que aprender a cuidar de nuestros animales para evitar que sufran o se lastimen.
Para ello, hay diferentes medidas que podemos adoptar: "en los días previos a las fiestas (se recomienda que) se armen "zonas seguras", ambientes de la casa en el que las mascotas se sientan a gusto y que estén "lo más aislados posible del exterior". Para los perros, "los vamos acompañando, les vamos dejando juguetes interactivos, cosas muy atractivas para que se vayan familiarizando con ese lugar". También se recomienda darles cosas que le den placer: "Actividades para lamer, para olfatear, snacks para masticar, juguetes interactivos que tienen comida, cosa de que el perro esté media hora, 40 minutos pasando un gran momento en esa zona".
Una alternativa que suele aparecer es la de la sedación, sin embargo, el especialista explicó que si bien suelen usarse algunos fármacos como la acepromazina, esta produce que el animal no se pueda mover, pero escucha todo y está igual de ansioso o en un estado de pánico peor todavía, por lo tanto desincentiva el uso de este tipo de fármacos.
El problema no se limita a los animales domésticos. La fauna silvestre también sufre las consecuencias: aves desorientadas abandonan sus nidos, enfrentando riesgos como depredadores o agotamiento. En zonas rurales, es común encontrar animales pequeños, como liebres y roedores, muertos por el estrés causado por los estruendos.
¿Qué pasa con las personas con autismo?
Para quienes tienen hipersensibilidad auditiva, como muchas personas con TEA, la pirotecnia no solo es molesta, sino devastadora. "Mi hijo Ignacio tiene autismo severo y las fiestas son un calvario que puede tardar días en superarse", relata Horacio Joffre Galibert, presidente de la Asociación Argentina de Padres de Autistas (APAdeA). Los ruidos inesperados, tonos altos y sonidos múltiples generan episodios de angustia extrema, autoagresión y aislamiento.
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Las familias se ven obligadas a tomar medidas extremas para minimizar el impacto: habitaciones insonorizadas, tapones para los oídos y evitar reuniones familiares. Sin embargo, estas estrategias solo mitigan parcialmente el problema. En entrevista con #LaSelvadelaLey, Horacio compartió que muchas personas, al enterarse el daño que genera el uso de la pirotecnia en las personas con autismo y en su núcleo cercano, entienden la problemática y abandonan la práctica. Sin dudas, la comunicación y la educación siguen jugando un rol clave para que la toma de consciencia sea total.
¿Y la ley?
Mientras países como Bolivia y Chile han prohibido la pirotecnia, en Argentina solo algunos municipios cuentan con ordenanzas restrictivas. En diciembre del 2019, a partir de una iniciativa del ex Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se firmó el Decreto 96/2019 que hizo efectiva la "prohibición de adquisición y uso de artículos y artificios de pirotecnia, de estruendo o sonoros en eventos o espectáculos organizados por el Sector Público Nacional". En aquel momento, desde el ex Ministerio de Ambiente, aseguraron que la idea que presidió la iniciativa fue que "el Estado se sume con una política activa a la protección frente a la contaminación acústica que supone la pirotecnia de estruendo". Más allá de este ejemplo, si bien hay proyectos de ley que buscan regular el uso de artefactos pirotécnicos nocivos, estos enfrentan el obstáculo del lobby industrial que argumenta que la industria de la pirotecnia en Argentina genera miles de empleos directos, lo que dificulta la implementación de restricciones más estrictas.
Por su parte, en Europa, iniciativas como los espectáculos de drones están reemplazando a los fuegos artificiales tradicionales. Ciudades como Londres y Barcelona han adoptado estas alternativas sostenibles, que no solo son menos perjudiciales para el medio ambiente, sino también más inclusivas para las comunidades.
Al celebrar, es posible respetar a quienes comparten nuestro entorno, generando una verdadera alegría inclusiva para todos. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de reflexionar sobre nuestras tradiciones y adaptarlas a un mundo más empático y sostenible.