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Resiliencia

La salud y su huella de carbono: los hospitales se suman a la carrera hacia el cero

La organización global Salud sin Daño estimó que la huella de carbono del sector equivale al 4,4 % de las emisiones globales netas y presentó una hoja de ruta para descarbonizarlo. Conocé cómo hacen el Hospital Austral Universitario (Argentina) y el San Rafael de Pasto (Colombia) para caminar hacia el 2050 con cero emisiones.

Si hay algo que demostró la pandemia de COVID-19 es que el cambio climático es una cuestión de salud pública. Aunque los debates minimicen la trascendencia y la implicancia que tiene el sector sanitario en la crisis climática, los impactos de la misma recaen sobre los organismos de salud día a día aumentando la presión sobre un sector que juega un papel central en la adaptación y mitigación de los graves conflictos que ya genera la gran crisis de este siglo.

¿Está preparado el sistema sanitario para enfrentar los desafíos que conllevan el abrupto cambio en el clima?, ¿qué papel juega el sector en las emisiones de gases de efecto invernadero?, ¿qué lugar le dan los Estados latinoamericanos a la salud en relación al ambiente?, ¿qué iniciativas regionales caminan hacia las cero emisiones? Todas son preguntas que, aunque no figuren en la agenda de los que se dice o se publica de forma masiva, hay quienes no solo se las formulan, sino que, además, han encontrado respuestas, o por los menos indicios que lleven hacia ellas.

Salud y ambiente, dos caras de una misma moneda

Salud sin Daño es una organización internacional sin fines de lucro que nació en 1996 y cuyo objetivo es acompañar al sector salud para que reduzca su huella climática, pero también para que se convierta en un actor dinámico por la justicia y la sostenibilidad ambiental. Este espacio de confluencia global emergió como una organización enfocada en campañas específicas como, por ejemplo, la eliminación del mercurio del equipo médico o la prohibición de las prácticas de incineración de residuos in situ en los organismos de salud. Hoy, Salud sin Daño es un organismo que entrelaza inexorablemente la agenda de la gestión ambiental a las temáticas relevantes para el sector de la salud, incluyendo el cambio climático.

Salud sin Daño muestra cómo el uso de luminaria LED perimitió al Hospital Clínica Bíblica reducir 150 kg CO2 en 2018.

A fines de junio de 2021, este organismo presentó públicamente y de forma virtual la "Hoja de ruta global para la descarbonización del sector salud: una herramienta para lograr cero emisiones con resiliencia climática y equidad en salud". Concretamente, y tal como expresa la propia institución en sus comunicados de prensa, "se trata de la primera guía que traza un rumbo mundial hacia cero emisiones en el sector de la salud para el 2050. La huella climática del sector salud ya es sustancial: se estima que equivale al 4,4 % de las emisiones globales netas. Sin acción climática dentro y fuera del sector, las emisiones del sector salud se triplicarán a más de 6 gigatoneladas anuales para 2050, lo que equivale a las emisiones anuales de 770 centrales eléctricas de carbón. La hoja de ruta muestra cómo el sector puede implementar siete acciones de alto impacto para reducir sus emisiones en 44 gigatoneladas adicionales durante un período de 36 años, lo que equivale a evitar el consumo de más de 2.700 millones de barriles de petróleo cada año".

En conversación con Carbono.News, la Mg. Andrea Hurtado Epstein, Coordinadora para América Latina del Programa de Cambio Climático de Salud sin Daño, describió el escenario en Latam: "Notamos que América Latina es una región sumamente vulnerable al cambio climático no solo por la ubicación geográfica y el tipo de ecosistemas que tenemos, sino también porque es la región más desigual del mundo donde se concentran muchos países de renta media que, por ser así considerados en términos de financiamiento internacional, no están siendo priorizado en los proyectos de adaptación que se requiere para reaccionar ante el nivel de impacto que ya estamos viendo. Pero también es una región que tiene una participación creciente en las emisiones de gases de efecto invernadero".

Para la especialista de Salud sin Daño, "el cambio climático es una de las más grandes amenazas (sino la mayor) que enfrenta la salud pública a la hora de cumplir con los propios objetivos sanitarios del sector pero también porque, según explicó, "somos sensibles a cambios en la dinámica de la carga de morbilidad y mortalidad de distintas enfermedades por conducto del cambio climático". Sobre esto último, alertó: "Los motores de la crisis climática están siendo motor de las futuras pandemias"

En Edificio Vida Centro Profesional PH de Cali se instalaron 445 paneles fotovoltaicos que generan 12.000 kw/mes 

Pero además de los impactos directos en la salud de la población, ¿qué ocurre con nuestros hospitales y centros de salud a la hora de enfrentar fenómenos climáticos extremos? ¿Están los edificios equipados y adaptados para semejante desafío? "Si la infraestructura hospitalaria no está adaptada ni es resiliente sufre los mismos impactos que cualquier otro tipo de edificios con la particularidad que es doblemente grave porque son espacios que no pueden quedarse sin electricidad o capacidad de respuesta ante un evento extremo", explicó la coordinadora.

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Argentina, pionera en calcular su huella

En Latinoamérica hay algunos países que ya tienen un mandato legal para construir un plan sectorial de adaptación y mitigación para el sector salud. Colombia tiene un marco jurídico que lo mandata a crear un plan sectorial para hacer una primera estimación de los establecimientos de sanitarios de ese país como fuente importante para construir la huella climática nacional. Por su lado, Chile está capacitando en el uso de una herramienta para el monitoreo del impacto del cambio climático en los establecimientos de salud. En este sentido, el país trasandino ya hizo una primera estimación de los 29 servicios de salud para el periodo 2018-2019 y, ahora, se está actualizando. No obstante, Argentina juega un papel central al ser el primer Estado en incluir en la actualización de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) una medida prioritaria para estimar la huella de carbono y definir medidas para reducirla. "Si bien no establece metas específicas para la descarbonización del sector salud, es un hito que en un instrumento como la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) de un país se reconozca que hay que tomar medidas de mitigación y no solo de adaptación", explicó Marina Orman, Coordinadora de Salud Ambiental del Ministerio de Salud Nacional. 

Asimismo, el país cuenta con un Programa Nacional de Reducción de Riesgos para la Salud Asociados al Cambio Climático que fue creado por la Resolución 555 en febrero del 2021 y un financiamiento de unos 300.000 dólares del Readiness-Fondo Verde para el Clima que se invertirá en Misiones, Tucumán y Neuquén con el fin de abordar la salud desde una perspectiva ambiental y poder medir la huella de los hospitales referentes de las provincias elegidas.

Hospitales verdes, en red

Más allá de los marcos macro, como pueden ser una NDC o un programa ministerial, ¿de qué hablamos cuando hacemos lupa y focalizamos en el terreno, es decir, en los hospitales y centros de salud que son los que, en definitiva, transitan la primera línea de batalla?

En el Hospital Garrahan se busca disminuir la cantidad de residuos que se generan a partir de medicamentos vencidos.

Salud sin Daño formó la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables en la cual América Latina y el Caribe tiene la mayor representación regional. Esta red es una comunidad mundial de hospitales, sistemas de salud y organizaciones profesionales y académicas que buscan reducir su huella ecológica y promover la salud ambiental pública. Entre sus miembros, Carbono.News pudo conocer la experiencia de dos de ellos: el Hospital Universitario Austral, de Argentina, y el Hospital de Salud Mental San Rafael de Pasto, de Colombia, dos instituciones multipremiadas por su compromiso con el ambiente.

Sin dudas que las instituciones sanitarias tienen un impacto profundo en la huella climática. Justamente, la hoja de ruta global de Salud sin Daño muestra que el 84 % de las emisiones climáticas del sector provienen de combustibles fósiles utilizados en diversas operaciones dentro de las instalaciones, la cadena de suministro y la economía en general. Este consumo incluye el uso de carbón, petróleo y gas para las operaciones de los hospitales, viajes relacionados con el cuidado de la salud, y la fabricación y el transporte de productos destinados a la atención médica.

Entonces, ¿cómo hacer para ser resiliente climáticamente? Para Verónica Torres, jefa de la Unidad de Toxicología y Medio Ambiente del Hospital Universitario Austral, la institución viene trabajando en un "proceso evolutivo": "Empezamos sacando el mercurio, luego sustancias químicas, nos dimos cuenta que teníamos que trabajar en los residuos, que las construcciones eran un problema y fuimos acompañando cada campaña. Luego nos unimos a la Red de Hospitales Verdes y Saludables que ordena, baja líneas de trabajo. Después empezamos a medir y tomamos consciencia de la relevancia de los indicadores porque dejamos de estar en el terreno de la creencia. Más tarde nos unimos a ‘Menos huella, Más salud' y hoy estamos transitando la campaña ‘Carrera hacia el cero'", describió Torres. Dicha campaña forma la coalición global más grande de compromisos de cero emisiones netas y reúne el liderazgo y el apoyo de actores de todos los sectores para una recuperación de cero emisiones, saludable y resiliente para las personas y el planeta.

Para la Jefa de Toxicología y Medio Ambiente de ese hospital, "se hacen muchas cosas, pero no siento que sea significativo a gran escala". Sin embargo, aclaró, "en pequeña escala hay mucho logrado". Probablemente, y según comentó la especialista a Carbono.News, el mayor logro es el cambio o transformación cultural de la organización: "Que a la gente de un servicio le moleste la cantidad de packaging con la que vienen los descartables, que la gente de administración haga convenios para tener menos necesidad de imprimir, son avances gigantes a lo largo de estos años".

"Uno de los puntos sensibles de nuestra huella de carbono tiene que ver con los gases anestésicos. Logramos una medición más estricta que permitió que todo quirófano y anestesista esté enfocado a esa reducción y eso es un plan de trabajo que en algún momento va a dar sus frutos", contó Torres, y acotó: "Otro de los problemas de nuestra huella son los descartables, los plásticos de un solo uso. Allí tenemos mucho por trabajar porque con la pandemia hemos retrocedido porque necesariamente hemos tenido que gastar y tirar más", detalló la especialista.

Sin embargo, y pese a los obstáculos de la coyuntura, el hospital tiene una fuerte cultura de reciclado. La vajilla o recipiente son reutilizables y apuestan a hacer los ajustes que en el mediano y largo plazo les permita avanzar hacia lo compostable. Asimismo, la institución ha hecho cambios que impactan en el ahorro hídrico: un sistema de limpieza con doble balde, con agua limpia, por un lado, sucia por el otro y un trapo de microfibra para cada habitación. Este sistema además tiene pre-armadas las mezclas de productos de limpieza y de agua, de tal forma que el ahorro sea significativo y el impacto menor. Las canillas también están adaptadas a un sistema eficiente que controla y reduce el consumo. Finalmente, el Hospital Universitario Austral impacta en su huella a través de sus compras. "Si compras en un mercado local, con proveedores locales y repuestos locales, también estas generando un cambio en tu huella", especificó Torres, quien concluyó: "La meta es la carbono neutralidad y el desafío es el camino que tenemos por delante".

Acueducto propio en Colombia

En Colombia, el Hospital San Rafael de Pasto es un organismo privado perteneciente a la orden religiosa San Juan de Dios, dedicado a la salud mental desde hace 88 años: tiene más de seis hectáreas, concentra nueve edificios y cuenta con 315 camas. Darío Duque es Ingeniero Ambiental e integra el equipo responsable de la trayectoria del organismo sanitario en temas ambientales. Según contó a Carbono.News, los principales fuertes del Hospital San Rafael de Pasto son: manejo de los residuos y el uso eficiente y racional de agua. 

El Hospital San Rafael de Pasto reconocido por su verde.

"El hospital tiene acueducto propio, es decir, no depende de una empresa proveedora de servicios de agua, sino que ellos mismos captan, potabilizan, tratan y suministran el agua", detalló el Ingeniero Ambiental, quien continuó: "Hasta el año 2015 empezamos a ver que teníamos buena simbiosis con los pacientes, que el proceso de gestión ambiental no era aislado sino totalmente transversal a toda la organización y que podíamos tener interacción con otros procesos asistenciales. Surgieron así las estrategias. La primera, fue la construcción de un taller de reciclaje. Empezamos a ver que había una buena predisposición cultural, se construyó el taller y empezamos a vincular distintos tipos de pacientes. Los pacientes crónicos y adultos mayores eran los que ayudaban a ser parte de la clasificación que llegaba de papel, los inimputables hacían el rasgado del papel, los adictivos otro procedimiento como las manualidades. Y, a partir del reciclado empezamos a generar muchos subproductos tales como tarjetas, agendas, un sinnúmero de productos que se comercializaban en una feria y se reinvertía nuevamente en el taller".

Con los pacientes como aliados, el organismo conoció a la Red Global de Hospitales Verdes y Saludables. "En la segunda conferencia de Hospitales Verdes que se hizo en Bogotá, empezamos a escribirles y a contarles nuestro caso. Empezamos a conocer, a relacionarnos, y se nos dio una oportunidad inmensa al abrirse el panorama al acceso a recursos informativos donde pudimos ir ajustando y conociendo otras estrategias en otros países que nos permitió mejorar nuestra gestión", recordó Duque, y agregó: "Arrancamos a trabajar de la mano de ellos aplicando estrategias ambientales. A la alta dirección les gusto, y demostramos que teníamos información para medir nuestro desempeño".

¿Cuáles son las estrategias macro que aplica el hospital colombiano? Como el hospital produce un alto volumen de alimentos para sus pacientes, aprovecharon los desechos, que iban a rellenos sanitarios, y lo reemplazaron por la técnica del compostaje. "El hospital tiene una finca propia a 10 kilómetros. Con el compostaje, logramos que 28 toneladas de residuos al año se transformen en abono y nos permite mantener nuestras áreas verdes", dijo el Ingeniero. Asimismo, en lo que respecta al uso racional del agua, se instalaron medidores en cada uno de los nueve edificios lo que les posibilitó conocer los consumos diarios, semanales, mensuales, y detectar pérdidas.

En área de energía, el San Rafael de Pasto sustituyó la luminaria tradicional por luminaria de tipo LED, se implementaron calentadores solares de agua y, en algunos sectores, avanzaron con la incorporación de paneles solares. Todo este desarrollo les permitió, en 2017, certificar su plan ambiental con la norma ISO 14001 y convertirse en el primer hospital mental en Latinoamérica en obtener dicha certificación.

Con un agudo sentido de la observación, Darío Duque ratificó el compromiso de la institución de trabajar en la adaptación y mitigación al cambio climático: "San Juan de Pasto es una ciudad ubicada a 2500 metros al nivel del mar. Nuestra temperatura promedio era de 18 grados, y ahora es de 22 grados". Sin embargo, y pese al desarrollo y a la certificación de los procesos, el organismo sanitario notó que sólo podía medir cualitativamente y no cuantitativamente. Después de arduas y largas investigaciones, el hospital logró plantear la necesidad de medir la huella climática del sector salud al mismo tiempo que Salud sin Daño empezaba a desarrollar la herramienta.

El Hospital San Rafael de Pasto apuesta a las energías renovables para sus diversos procesos.

¿Qué permitió la medición cuantitativa de la huella de carbono?, se dieron cuenta que, al ser un hospital muy antiguo, muchos de los equipos funcionaban con calderas de ACPM para la generación de vapor para el lavado de ropa hospitalaria y la elaboración de alimentos. "Pudimos determinar el impacto significativo de ese combustible: se generaban 429 toneladas al año", contó Duque, quien continuó: "En los problemas están las oportunidades: teníamos quejas en una unidad por la alta temperatura, y querían que se colocara aire acondicionado. El problema era que las cubiertas eran de un material plástico que concentraban mucho calor. Tuvimos una discusión larga, no queríamos el aire porque implicaba energía y gases refrigerantes. Por lo que empezamos a desarrollar junto a mantenimiento y lavandería, la construcción de un área de secado para lo que elaboramos un proyecto simbiótico que consistió, en una primera etapa, en la sustitución de las calderas de acpm a gas GLP (en la ciudad aún no tenemos gas natural o gasoducto)". 

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El siguiente paso era la posibilidad de incorporar unas secaderas industriales que costaban alrededor de 25.000 dólares frente a los 28.000 dólares del proyecto y construcción de esa área. "Empezamos a investigar temperaturas óptimas para el secado, pero no había una investigación científica exacta. Sin embargo, encontramos dos principios, uno de ingeniería y otro de la arquitectura. Uno se llama, arquitectura solar pasiva que enuncia que con la radiación del sol se puede calentar una superficie, y el otro, se denomina difusión de aire por desplazamiento, técnica por la cual se distribuye aire enfriado a baja velocidad por la parte inferior de un local de forma que el aire caliente se desplaza hacia la parte superior. Analizamos el desplazamiento solar en nuestra ciudad, y todo se nos dio. El área cuadraba para tener mayores horas de radiación y también concordaba frente a la dirección del viento por lo que pudimos avanzar en secar la ropa en menor tiempo y eliminar la opción de las secadoras". 

Finalmente, explicó Duque, "se aprobó se hizo la sustitución de las calderas y entró el desarrollo de esa área de secado que nos ha permitido secar la ropa en una hora y media la ropa de todo el hospital". El impacto de esa transformación en el Hospital San Rafael de Pasto les permitió reducir en un 40% las emisiones hasta el 2019. Luego irrumpió el COVID-19 y pasaron de 40 a 37 por ciento. A esto se le suma la gestión de los residuos: del total de los desechos generados en el hospital se logró reciclar casi el 60%, y el 40% restante va a relleno sanitario.


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