Política
Entrevista

‘Los gobiernos se ahogan en burocracia mientras las comunidades se ahogan en el mar'

Juan Carlos Monterrey, Representante Especial para el Cambio Climático de Panamá, habla con Dialogue Earth sobre la necesidad de una reforma de las negociaciones climáticas

Por primera vez en más de una década, América Latina es sede de una conferencia climática de la ONU: la COP30, que se desarrolla en la ciudad amazónica de Belém do Pará, en Brasil. La conferencia llega en un contexto global complejo, marcado por conflictos geopolíticos y un multilateralismo bajo presión, pero también con la expectativa de que el Sur Global pueda tener un papel más influyente en la agenda climática.

Panamá es uno de los países que busca impulsar ese cambio. Con un nuevo plan climático y un innovador "Pacto con la Naturaleza" que integra clima, biodiversidad, desertificación, plásticos y océanos, el país se ha posicionado como un actor activo en las negociaciones. Desde su rol al frente del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, que presidirá hasta 2027, también intenta articular una voz regional más fuerte y coherente.

Juan Carlos Monterrey es el Representante Especial para el Cambio Climático de Panamá. Con 33 años, fue nombrado como una de las personas más influyentes en clima en 2025 por la Revista Time. En una entrevista con Dialogue Earth en la COP30 en Belém, Monterrey resalta la importancia de lograr un frente más unificado de América Latina en las negociaciones climáticas. Además, pide una reforma del sistema climático de la ONU y detalla sus expectativas para la COP.

 Monterrey en las negociaciones del Tratado sobre Plásticos en Busan, Corea del Sur, en diciembre de 2024 (Imagen: Kiara Worth / IISD-ENB)

Esta entrevista ha sido ligeramente editada por motivos de extensión y claridad.

Dialogue Earth: América Latina recibe la COP por primera vez en más de una década. ¿Es esto un punto de inflexión para la visibilidad y la influencia de la región en las negociaciones climáticas?

Juan Carlos Monterrey: La COP30 es de gran importancia para la región y para el mundo. Se cumplen diez años del Acuerdo de París, y el presidente Lula da Silva la llamó "la COP de la verdad".

Así que repasemos algunas verdades. Primero, fracasamos en el objetivo de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático: estabilizar las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar impactos peligrosos en la vida en la Tierra. Tras 30 años de negociaciones, las emisiones siguen aumentando. Es urgente un giro de timón. Segundo, mientras las comunidades costeras se ahogan por el aumento del nivel del mar, los gobiernos nos estamos ahogando en burocracia: reportes, documentos y discursos que pocos leen. Tercero, aunque no hay suficiente dinero para todas las demandas [de financiación climática], los fondos existentes son difíciles de acceder.

Hay múltiples mecanismos, cada uno con sus estándares y procesos. Queremos enviar una señal clara: los fondos [de financiación climática] deben tener una autoridad de aplicación unificada.

¿Qué tipo de alianzas regionales o posiciones conjuntas están surgiendo entre los países de América Latina y el Caribe en esta COP?

Siempre hay coincidencias en temas como adaptación, resiliencia, pérdidas y daños, financiamiento o gestión de residuos. Pero en los espacios de negociación nos fragmentamos. Panamá asumió la presidencia del Foro de Ministros de Medio Ambiente y uno de nuestros objetivos es lograr que la región lleve al menos un tema común a la mesa y lo defienda hasta el final, como hace África con su posición unificada. Tal vez no lo logremos en la COP30, pero estamos empujando ese camino.

América Latina y el Caribe son la clase media del mundo: países altamente vulnerables, pero muchos ya fuera de las listas de cooperación [como el grupo de países menos adelantados, que tienen derecho a ciertas concesiones, ayuda y asistencia]. Si hay un momento para unirnos, es este, cuando el contexto económico global nos hace parecer menos necesitados de apoyo, justo cuando más lo requerimos.

El multilateralismo atraviesa un momento de tensión, con conflictos, rivalidades y gobiernos más escépticos hacia la acción climática. ¿Cómo se negocia el clima en un mundo cada vez más fragmentado?

Es un momento difícil. El marco de decisiones en las conferencias del clima se basa en el consenso. Creemos que el consenso limita la ambición. No podemos esperar que un mecanismo diseñado hace décadas responda a las necesidades actuales. Necesitamos reformas profundas: en los reportes que los países debemos presentar, en el acceso a los fondos y en el propio sistema de toma de decisiones.

La presidencia brasileña creó un círculo de antiguos presidentes de la COP para debatir reformas al proceso. ¿Cómo crees que debería ser el futuro de las negociaciones climáticas?

Necesitamos reformar el proceso de toma de decisiones, de lo contrario no avanzaremos. Las reformas deben incluir a todo el sistema de la ONU: hoy no hay dinero suficiente, hay duplicación de funciones y una burocracia excesiva.

El clima político actual muestra consenso en la necesidad de mayor eficiencia y reforma del sistema multilateral, tanto entre quienes aún creemos en él como entre quienes lo cuestionan. Es el momento para repensar el sistema global.

El nuevo plan climático de Panamá muestra una ambición cualitativamente mayor, al abarcar más sectores y apuntar a la neutralidad de carbono para 2035. ¿Qué sigue para su implementación?

Apuntamos a reducir nuestras emisiones en un 11% [en comparación con un escenario sin cambios]. Hoy somos carbono negativos, capturamos más emisiones de las que generamos, pero necesitamos apoyo adicional. Hasta ahora lo hicimos con fondos nacionales, brindando un servicio al mundo.

Presentamos también en la COP el Pacto de Panamá con la Naturaleza, el primer instrumento político global que integra clima, biodiversidad, desertificación, plásticos y océanos. Resume en un solo documento lo que antes eran cinco. Además, vamos a proponer en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-7) que la ONU impulse un marco común de reporte para las convenciones de biodiversidad, desertificación y clima. Queremos unificarlas; llevará tiempo, pero comenzamos con un enfoque bottom-up, integrando desde los países. No hay razón para tratar estos temas por separado.

 La reserva natural Punta Patino, en la provincia panameña de Darién. El país presentó su "Pacto con la Naturaleza" en la COP30, un innovador instrumento político global que integra el clima, la biodiversidad, la desertificación, los plásticos y los océanos (Imagen: The Darien Landscape Collection by Oyvind Martinsen / Alamy)

En la COP se debería finalizar el marco e indicadores de la Meta Global de Adaptación (GGA, por sus siglas en inglés), un área históricamente postergada. ¿Por qué es importante lograrlo?

Contar con el GGA y sus indicadores es fundamental, y debe ser uno de los logros de esta COP. Durante décadas se dijo que medir la adaptación era difícil, pero hoy la ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial ofrecen herramientas suficientes. Algunos indicadores aún están en debate, y en estas semanas se negociará su definición. Panamá ya cuenta con indicadores nacionales, lo que ha sido útil en este proceso. Pero de poco sirve medir avances si no hay financiamiento adecuado. Desde Glasgow [en la COP26] se prometió duplicar los fondos de adaptación; ahora debemos definir cuánto más se necesita. Los países en desarrollo lo estamos discutiendo bajo el G77.

El papel de los combustibles fósiles sigue siendo un eje de conflicto, incluso para Brasil. ¿Cómo se aborda este tema en la COP y en América Latina?

Recientemente visité Arabia Saudita para las negociaciones sobre desertificación y eso me ayudó a entender sus puntos de vista. Si vives en un país donde tenés que traer el agua potable de miles de kilómetros y tu único ingreso es el petróleo, vas a proteger tu economía petrolera.

Necesitamos más espacios de diálogo para comprender esas realidades. No puedo pedirle a Brasil que deje de producir petróleo mientras sigue teniendo altos niveles de pobreza. Sin señales claras de que todos avanzamos juntos, ningún país tomará decisiones unilaterales, porque el sistema financiero global no las incentiva.

 El presidente brasileño Lula da Silva en la apertura de la cumbre COP30 el 10 de noviembre. A pesar de su liderazgo en materia climática, Brasil sigue impulsando la exploración de combustibles fósiles (Imagen: Ricardo Stuckert / Palácio do Planalto, CC BY ND)

¿Qué te da esperanza y qué te preocupa sobre la dirección de la acción climática mundial?

Me dan esperanza las innovaciones del sector privado y la firmeza de los jóvenes. Son el corazón del movimiento, y la delegación de Panamá es una de las más jóvenes del mundo. Yo empecé hace diez años, con 23, y hoy tenemos negociadores de hasta 17 años en biodiversidad. Queremos seguir abriendo espacios. Me preocupa el peso de los lobbies de las petroleras y empresas extractivas. En algunos lugares vemos retrocesos, pero entiendo que esto es como un péndulo: sube y baja. Lo importante es que cuando suba, suba con fuerza.

*Publicada originalmente en Dialogue Earth


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