Política
Crisis climática

La cara B de Glasgow: más de 400 aviones colapsan el aeropuerto y emiten 13.000 toneladas de CO2

Unos 200 países enviaron delegados a la COP26 para discutir cómo limitar la temperatura media global a 1.5°. Lejos de hacerlo de forma coherente con el espíritu de la máxima negociación internacional para la acción climática, los Gobiernos optaron por aeronaves privadas de gran impacto ambiental.

"Dar el ejemplo no es la principal forma de influir en los demás, es la única" señaló alguna vez el científico Albert Einstein.

Aproximadamente 400 aeronaves privadas volaron hasta la capital escocesa para las conversaciones sobre el calentamiento global. Unos 200 países enviaron delegados a la COP26 para discutir cómo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar las temperaturas de la tierra.

Para acudir a la cita, las unidades ejecutivas despidieron más de 13.000 toneladas de CO2. Un jet del tipo de los utilizados puede generar hasta dos toneladas de dióxido de carbono por hora. Por esta razón, muchos líderes mundiales y muchos empresarios globales presentes fueron acusados de hipocresía, ya que podrían haber asistido como pasajeros de cualquier aerolínea comercial. Glasgow es una ciudad absolutamente conectada por vía aérea con Europa y con el resto de los continentes.

Jeff Bezos, el fundador de Amazon y el hombre más rico del planeta, encabezó el desfile con su Gulf Stream de sesenta millones de dólares. Lo imitaron el príncipe de Gales, el príncipe Alberto de Mónaco y docenas de directores ejecutivos de las firmas que más facturan.

El cupo máximo permitido en las pistas y hangares del aeropuerto de Glasgow se llenó rápidamente. (Foto: The Times)

El primer ministro canadiense Justin Trudeau llegó en un avión Polaris CC-150 de la Royal Air Force canadiense. Su homólogo israelí, Naftali Bennett, contrató un Boeing 737. Por su parte, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, llegó en el nuevo avión Boeing 777-300ER, uno de los aviones presidenciales más grandes del mundo. Desde Londres, Boris Johnson arribó en un Airbus A321.

Para los anfitriones, se trata del evento internacional más relevante del presente siglo. ¿Por qué no pudieron pergeñar, al menos, alguna movida publicitaria para que los poderosos hicieran el "esfuerzo" de comportarse como el resto de los mortales? En el aeropuerto internacional, nadie anticipó la llegada de tantos visitantes de manera simultánea y la situación se volvió escandalosa en cuestión de horas. Los pilotos debieron moverse en círculo sobre la bella y antigua ciudad, gastando una inusitada cantidad de combustible.

El primer ministro canadiense Justin Trudeau llegó en un avión Polaris CC-150. (Foto: Ig: Justin Trudeau)

El cupo máximo permitido en las pistas y hangares se llenó rápidamente y la situación se volvió tan dramática que las autoridades escocesas tuvieron que conminar a los visitantes a desalojar con urgencia la pista para llevar sus naves hacia otros puntos de Reino Unido. Entre jets particulares, aviones presidenciales, ministeriales y de multimillonarios, se conformó una imagen nunca vista en las pistas locales.

Mirá también: 5 malas señales del arranque de la Cop-26 de Glasgow

Consultado por Carbono News, el experimentado piloto argentino Ezequiel Sicardi reveló: "Glasgow tiene un aeropuerto que recibe vuelos por parte de casi todas las grandes aerolíneas internacionales. La longitud de su pista principal es de 2600 metros, 400 metros más que la de Aeroparque, que fue ampliada recientemente. Esto la habilita para recibir las más grandes unidades que ofrece el mercado de pasajeros. La pista les sobra en extensión y el resto de la infraestructura está a la altura de cualquier capital europea".

El evento planetario más importante en materia ambiental empezó con una huella gigante de carbono que motivó miles y miles de chanzas en las redes sociales por parte de los cibernautas. Una situación muy poco coherente que pudo haberse salvado con un poco de previsión, imaginación y creatividad.


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