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El FMI, su política climática y las condicionalidades para Argentina

Mientras el FMI se declara campeón climático en los foros internacionales, obliga a los países con alta carga de deuda -como es el caso de la Argentina- a profundizar la explotación hidrocarburífera que altera el clima y, además, se dejará de usar en los próximos años en el marco de la transición energética.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) declama haber incorporado a su política el combate contra el cambio climático, pero a la hora de diseñar planes para el restablecimiento la estabilidad económica, empuja a los países a profundizar la dependencia de la explotación de combustibles fósiles, que es la principal causa del aumento de la temperatura mundial. Esto sucede en la Argentina, su mayor deudor en el mundo con un pasivo de más de 44 mil millones de dólares.

Así queda demostrado en el informe "La deuda es nuestra, la Vaca Muerta es ajena. El FMI, su política climática y las condicionalidades para Argentina" elaborado por las organizaciones Recourse y Periodistas por el Planeta que son de carácter público, que se confeccionó utilizando la información contenida en los documentos del FMI, que son de carácter público.

El organismo financiero presiona al país a acelerar la explotación de Vaca Muerta, un yacimiento de 30 mil kilómetros cuadrados, situado en la Patagonia Norte. Se trata de la segunda cuenca de gas shale más grande del mundo y la cuarta de petróleo no convencional, una peligrosa bomba de carbono, capaz de desviar los objetivos del Acuerdo de París, no sólo para Argentina sino a nivel global

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La técnica para la explotación es la fractura hidráulica (fracking), lo que tiene un enorme impacto en la atmósfera por la emisión de CO2, metano y compuestos orgánicos volátiles, además de que causa daños irreversibles en el territorio, requiere de un uso intensivo de agua donde escasea, provoca graves daños en la salud de las personas y el ambiente y vulneración en los derechos humanos.

El FMI apoya explícitamente el uso de fósiles para la exportación a gran escala para equilibrar las cuentas fiscales y tener capacidad de repago, sin importarle en nada las necesidades del consumo interno, que quedan completamente desguarnecidas de sus recomen daciones, como demuestran las condicionalidades del acuerdo de 2022 que incluyen el aumento de tarifas de gas y electricidad. Sólo se ampara en la idea de establecer un precio para el carbono como herramienta para enfrentar la crisis climática, en vez de enfocarse en políticas de fondo que cuestionen la expansión de la frontera hidrocarburífera, que es la principal causante del aumento de la temperatura global, y alejan a Argentina del cumplimiento de las metas establecidas en el Acuerdo de París.

Kristalina Georgieva. De World Bank Group. Crédito: Grant Ellis 

Se espera que Kristalina Georgieva lidere el FMI por el próximo quinquenio, que es justamente el momento clave para actuar en política climática. El FMI puede acelerar las transformaciones para evitar que la temperatura planetaria cruce el umbral de 1.5°C o ayudar a que el mundo se siga quemando. Este es el momento para tomar la decisión, pero no puede sostener una política que sólo quede en greenwashing.

Mientras presiona al gobierno argentino para que disminuya los subsidios al consumo de energía de la población, con el consecuente incremento de tarifas, el FMI no cuestiona el uso de fondos públicos en el pago de incentivos a las empresas que extraen gas no convencional, que desde el año 2016 totalizan más de USD 4000 millones repartidos entre, principalmente, 8 empresas.

Por eso nos hacemos la pregunta: ¿La política climática del FMI es sólo un mero enunciado de corrección política sin sustento? ¿De qué sirve una estrategia climática si el FMI no menciona el objetivo de 1.5°C? ¿Vale la pena alcanzar una estabilidad macroeconómica y financiera si no se puede garantizar la sostenibilidad ambiental y social?

Obsesión con una vaca que está muerta

Los documentos del FMI desde 2016 en adelante pregonan a Vaca Muerta como parte clave de la solución económica del país, no sólo mediante la reducción de importación de energía, sino planteando un horizonte exportador en el corto plazo. Para ello, aún en medio de una política de ajuste fiscal, no cuestionó la inversión de fondos públicos en infraestructura como el gasoducto Presidente Néstor Kirchner solicitando, al mismo tiempo, enormes recortes del gasto social.

Hasta el Banco Mundial (BM) pone en duda la sostenibilidad de este modelo, indicando que la actividad hidrocarburífera puede traerle beneficios al sector privado, pero podría generarle al Estado argentino riesgos de varamiento de activos a medida que caiga la demanda internacional de combustibles fósiles.

El hecho de que el FMI ponga en el centro de su política de repago la explotación intensiva para la exportación de materias primas, dificulta la respuesta de los países del Sur Global a la crisis climática. Y cuando eventos extremos golpean seriamente la producción de commodities (como la sequía en la Argentina en 2023, que le costó en pérdidas casi la mitad de lo que se le debe al Fondo), continúa presionando a los países deudores a profundizar modelos económicos insostenibles desde lo ambiental y social.

Federico Sibaja, que lidera la campaña sobre el FMI en Recourse, dijo: "El foco del trabajo del FMI está en la estabilidad macroeconómica y financiera, y es a partir de este punto, donde la institución se focaliza para trabajar en los desafíos que la mitigación, adaptación al cambio climático y las transiciones. Este abordaje presenta grandes limitaciones porque no plantea un concepto de ?estabilidad macroeconómica" que incluya los impactos climáticos alejándose de un cambio integral del business as usual.

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María Di Paola, investigadora de Periodistas por el Planeta, menciona "De hecho, la actual estrategia climática, prioriza la estabilidad macroeconómica por sobre otros objetivos, abre la puerta a la expansión de los fósiles en países del Sur Global con reservas de hidro carburos para asegurar el repago de servicios de deuda y estabilidad de balanza de pagos".

"Por tanto, la "preocupación climática" del organismo muestra una clara contradicción con su modus operandi habitual. Esto incentiva a los países a reducir el gasto fiscal y aumentar exportaciones sin analizar los impactos sociales y ambientales, como es el caso de Argentina, lo que requiere un llamado de atención", agrega. Esta preocupación no se limita a la Argentina, ya que el FMI opera de forma similar en Uganda, Senegal, Surinam, entre otros países.

El propio FMI reconoce que las políticas actuales de la Argentina (como su contribución determinada a nivel nacional) no están alineadas con el Acuerdo de París, a pesar del estímulo y las expectativas que pone en el desarrollo de Vaca Muerta. De hecho, las emisiones del país, que es el emisor número 25 según el FMI, aumentaron un 3.3% desde que entró en vigor el tratado climático. Para cumplir con las metas climáticas adoptadas voluntariamente por Argentina, el país a 2030 tendría que reducir sus emisiones en 7% en términos absolutos.

Este informe es un llamado de atención para el Tesoro de los Estados Unidos, que es el representante de su gobierno en el FMI, ya que no cuenta con ninguna estrategia sobre cómo usar su voz y voto para apoyar los objetivos del Acuerdo de París en el seno de esta institución, como sí la tiene para otras entidades financieras internacionales, como la banca de desarrollo. Es llamativo el silencio del Tesoro en este tema. Además, este trabajo sirve como una hoja de ruta para otros países del Sur global que también tienen deudas onerosas con el organismo de crédito y se ven forzados a seguir anclados en proyectos fósiles por los condicionamientos planteados por el FMI.

Entre las recomendaciones, el estudio señala:

  • · Elaborar una estrategia climática que asegure que sus intervenciones en el corto plazo estén alineadas con objetivos de largo plazo como los senderos de desarrollo bajo el 1.5°C con mecanismos de involucramiento de los gobiernos y la sociedad civil.

· Reducir la ambición de las condicionalidades de sus programas, dejando a los gobiernos nacionales diseñar planes económicos, sociales y ambientales que respondan a las necesidades de los pueblos y alineados con los compromisos climáticos asumidos a nivel internacional (alineados al 1.5°C).

· Aumentar el financiamiento concesional, a largo plazo y sin condicionalidades, para evitar que los países deban elegir entre el default o relegar sus planes de desarrollo al repago de la deuda en el corto plazo.

· Incluir en los análisis de sostenibilidad de deuda las inversiones necesarias para la sostenibilidad ambiental y social a largo plazo de los países tomadores de deuda.

· Realizar análisis exhaustivos sobre los riesgos a la estabilidad macroeconómica y financiera implicada por la dependencia de la exportación de materias primas (particularmente combustibles fósiles) dada la volatilidad de precios internacionales.

*Este artículo fue realizado con el apoyo de Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina


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