Energía
Diálogo

Energías limpias para desafiar el calentamiento global

El planeta no puede subir mas de dos grados con respecto a su temperatura durante la revolución industrial.

Doctora en física (UBA), docente universitaria y divulgadora científica

Desde la revolución industrial, las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado y son en la actualidad las más altas de las que se tenga registro. Existe consenso científico sobre que es extremadamente probable que el cambio climático, y más precisamente el aumento de la temperatura media global, se deba a la emisión de estos gases. Las principales actividades humanas que los producen son la combustión de petróleo, carbón y gas natural, la deforestación y la agricultura.

El 22 de Abril de 2016 se firmó el acuerdo de París entre 189 países, entre ellos aquellos que generan el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. El 2020 es clave para este acuerdo ya que es durante el corriente año cuando comienza efectivamente su aplicabilidad, dado que finaliza la vigencia del protocolo de Kioto.

Firma del Acuerdo de París

El objetivo central del acuerdo es mantener el aumento de la temperatura media global en este siglo muy por debajo de los dos grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales (fines del siglo XVIII). Más aún, aunar esfuerzos para que ese aumento no supere los 1,5 grados centígrados. Al día de hoy, la temperatura ya ha aumentado un grado desde la revolución industrial.

El año pasado el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas advirtió que si estas emisiones no decrecen un 7.6% cada año entre el 2020 y el 2030, el objetivo de los 1,5 grados no será alcanzable.

Los principales emisores de gases de efecto invernadero son China, la Unión Europea y Estados Unidos, contribuyendo con más de la mitad de las emisiones globales.

Si bien el desafío es intimidante, hay expectativas de poder cumplir con el objetivo del acuerdo de París gracias al desarrollo y la innovación tecnológica. Sin embargo, esto solo no alcanza. Se necesitan políticas efectivas para que estas tecnologías limpias lleguen al mercado. Esto requiere de mucha inversión y de firmes decisiones políticas.

Según Robbie Orvis, director de diseños de políticas de energía de "Energy Innovation", situada en San Francisco (Estados Unidos), y especializada en asesorar en temas de energías limpias, la tecnología para acotar el calentamiento global está disponible, pero si finalmente será posible lograrlo o no, es una cuestión política. 

Robbie Orvis, de "Energy Innovation"

"Se necesitan desarrollar políticas en todo el mundo para que esta tecnología llegue al mercado y para que aquellas destinadas a la combustión de fósiles, no se vendan", explica a Carbono.news

Consultado acerca de la dificultad para instalar un nuevo paradigma en términos de energía, teniendo en cuenta los grandes intereses económicos que hay detrás de industrias como la de combustibles fósiles, Orvis argumenta que cada región del planeta presenta distintos desafíos. "California ha sido muy exitosa implementando políticas ambientales, pero por supuesto es mucho más difícil lograrlo a nivel nacional. El gobierno indio, por ejemplo, está enfocado principalmente en brindarle energía a la gente, entonces bajar las emisiones de gases de efecto invernadero no es una prioridad. Es decir, depende de varios factores", sentencia. 

"No obstante, lograr una transición a una economía baja en carbono implica definitivamente desplazar a compañías muy poderosas y eso es un gran desafío", agrega.

Las energías renovables están jugando un importante papel en la transición a un sistema de energía eléctrica bajo o nulo en combustión de fósiles. Según Orvis, hay tres ejemplos claros de innovación tecnológica puesta al servicio de mayor eficiencia energética: la energía solar y eólica, las baterías de litio, y las lámparas LED.

Energía solar en El Azufre, Mendoza

La cantidad de paneles solares se ha quintuplicado entre 2010 y el 2015 y las instalaciones de molinos eólicos se han más que duplicado desde el 2010. "Los costos de la energía solar y eólica están descendiendo. En el caso de la solar, el bajo precio la ha transformado en la fuente de energía más barata que se haya conocido", afirma Orvis y sostiene que en el futuro, junto con la energía eólica, serán esenciales.

Las baterías de litio por su parte, siendo las más eficientes para almacenar energía solar y eólica, han sufrido una reducción de aproximadamente 90% en su precio en los últimos diez años y se espera otra rebaja de un 50% más en los próximos cinco años. "Estas baterías son otro ejemplo de tecnología clave. El bajo costo brinda el potencial para que los automóviles eléctricos reemplacen a los que usan gasolina", detalla Orvis, y enfatiza que serán fundamentales para balancear las redes eléctricas cuando las energías renovables sean más numerosas.

Molinos eólicos en Chile

La innovación en la eficiencia energética también es un factor crucial a la hora de reducir el impacto ambiental. Avances tecnológicos en cuanto a instalaciones lumínicas, aislación y sistemas de calefacción y refrigeración están haciendo que muchos edificios, vehículos, o equipos industriales operen con menor uso de energía, brindando el mismo o mejor servicio. La proliferación de lámparas LED es uno de los ejemplos más exitosos en cuanto a innovación en eficiencia energética. En Argentina, por ejemplo, está prohibida desde el 2010 la venta de lámparas incandescentes, lo que permite dejar de emitir cientos de toneladas de dióxido de carbono al año.

"Las lámparas LED han disminuido dramáticamente el consumo de energía en los países desarrollados y en aquellos en vías de desarrollo. Los precios de esta tecnología también han sufrido caídas estrepitosas", declara Orvis. Además, asegura que mientras los países están brindando cada vez más servicios eléctricos a sus ciudadanos, estas lámparas impedirán el incremento catastrófico que esa demanda energética implica.

La energía nuclear también está siendo protagonista de grandes avances tecnológicos y en innovación. En la actualidad, un poco más del 10% de la energía eléctrica del mundo proviene de esta fuente. Según la Organización Internacional de Energía Atómica, se necesita más del doble de esta capacidad para llegar al objetivo de no superar el aumento de 1,5 grados centígrados antes de 2050.

El reto al que nos enfrentamos es inquietante pero no es imposible. "Tenemos la tecnología para hacer esto. Con acuerdos e infraestructura de políticas, podemos limitar el aumento de 2 grados. Pero el reloj está corriendo", cierra Orvis.

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