Ciudades inteligentes
Día del Urbanismo

Ciudades regenerativas para un futuro sustentable y sostenible

EL 8 de noviembre se celebró el Día del Urbanismo y eso nos da una buena excusa para analizar y repensar nuestras ciudades

Maestría en Desarrollo Sustentable BioArquitectura, NeuroArquitectura, Hábitat Saludable y Sustentable

Las ciudades son espacios en continua expansión que sacrifican la naturaleza para que avance lo artificial. La población en las urbes no deja de crecer; se estima, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que para el año 2050, el 68 % de la población vivirá en ellas. Además, las ciudades ocupan solo el 3 % de la tierra, pero representan entre el 60 % y el 80 % del consumo de energía y el 75 % del origen de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Las ciudades protagonizan esta crisis climática y transformar su modelo es esencial para frenar las catástrofes que se avecinan.

El 8 de noviembre celebramos el Día Mundial del Urbanismo. Propuesto por el Instituto Superior de Urbanismo de la Ciudad de Buenos Aires, en 1949, a iniciativa del urbanista argentino Ing. Carlos María della Paolera, con el objetivo de concienciar a las personas, pero sobre todo a los grupos de trabajo de planificación urbana, sobre la necesidad de generar ambientes sanos con espacios verdes, para evitar el hacinamiento de la población, la contaminación y asegurar la concreción de dichas obras.

El Urbanismo es una ciencia, abocada al estudio multi e interdisciplinar de la planificación y ordenación de las ciudades y el territorio. Es responsable de planificar diseños y servicios que mejoren la calidad de vida de los habitantes, proponiendo para las ciudades: 

· Aumentar el número de parques y zonas verdes.

· Descongestionar las zonas superpobladas que representen un riesgo de hacinamiento.

· Facilitar el acceso a servicios prioritarios como centros de salud y centros educativos.

· Mejorar la red de transporte, tanto por el servicio como por evitar una fuente de contaminación.

· Garantizar la recolección, disposición y tratamiento adecuado de los residuos.

· Planificar la creación de más urbanismo según un sentido estético y funcional para las personas.

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Actualmente, el 55% de la población mundial vive en las ciudades, eso equivale a 4.5 mil millones de personas, siendo que las ciudades, como dijimos, tan solo representan el 3% de la superficie terrestre. De esas personas, 828 millones habitan en zonas marginales e inseguras estructuralmente. Las ciudades generan aproximadamente el 80% de PIB global.

Fuente: Pixabay

Cuando se analizan los números, se justifica ampliamente que las ciudades se vuelvan lugares cada vez más sostenibles, resilientes y ecoamigables, lo que exige mejorar con urgencia las buenas prácticas urbanísticas y, sobre todo, las condiciones de vida de quienes se encuentran en condiciones de vulnerabilidad. Las ciudades deben convertirse en espacios que protejan el ambiente y la ciudadanía, al mismo tiempo que impulsan economías locales, sustentables y sostenibles.

Vivimos un momento crítico, una realidad marcada por límites ambientales y socioeconómicos que requiere formas de acción y planificación innovadoras y realistas. Urge restablecer el equilibrio del territorio urbano mediante el diseño de sistemas que le permitan adaptarse y transformarse. Necesitamos desarrollar modelos que no consuman los recursos disponibles, sino que generen otros nuevos, asegurando la compatibilidad y armonía entre la prosperidad económica y social, y la naturaleza.

El desarrollo sostenible promueve la necesidad de aprovechar todos los recursos existentes (alimentarios, energéticos, biológicos, etc.) sin comprometer su disponibilidad para las generaciones futuras. 

No heredamos los recursos de nuestros antepasados, sino que los tomamos prestados de nuestros descendientes. Esto requiere implementar modelos abiertos basados en la innovación y la participación ciudadana que preparen y adapten el territorio para los diferentes escenarios que se avecinan y, a la vez, orienten el compromiso de los diferentes agentes sociales, económicos y políticos hacia un objetivo común: lograr una ciudad circular, sostenible, resiliente, vertebrada, próspera, vital e inclusiva.

Si queremos lograr un desarrollo urbano sostenible, necesitamos reconstruir las ciudades basadas en un paradigma bio o ecocéntrico, donde comienza a tener cada vez más protagonismo la regeneración sostenible. Un concepto que va un paso más allá de la sostenibilidad y que actúa no solo para evitar el daño, sino para repararlo, regenerarlo; una idea que busca construir economías y comunidades que prosperen para que el planeta también lo haga. Espacios urbanos con menos automóviles, más espacios verdes, construcciones resilientes que funcionen bajo un modelo de economía circular.

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Profundicemos el concepto de ciudad regenerativa como un espacio que protege el ambiente, desarrolla la economía local y beneficia la vida social y cultural de sus habitantes. Un lugar capaz de renovar de forma constante sus recursos, que impulsa la prosperidad de la ciudadanía. 

Ahora bien, ¿cómo convertimos lo que ya existe en sostenible? La regeneración sostenible de los espacios urbanos tendrá que cumplir con los siguientes puntos clave:

1. Economía Circular: actualmente, las ciudades son enormes consumidores de recursos en el más puro estilo de la economía lineal: producir, usar y tirar. Por eso se han convertido en imponentes focos de contaminación y sobreexplotación de recursos. Se hace indispensable un cambio de modelo de una economía lineal a una circular, donde impere el modelo 9R:

  • Rechazar aquello que no necesitamos.

  • Reducir nuestro consumo.

  • Reutilizar o reusar productos en buen estado desechados por otro consumidor.

  • Reparar para alargar la vida de un producto.

  • Restaurar un producto antiguo para modernizarlo.

  • Remanufacturar o reconstruir manualmente o con medios mecánicos aquello que necesitamos.

  • Rediseñar con criterios de sostenibilidad y diseño ecológico.

  • Reciclar la materia prima para crear nuevos productos.

  • Recuperar materiales mediante la incineración para generar energía.

2. Cuidado del Agua: este nuevo modelo nos lleva directamente a un recurso que urge que reutilicemos y que no malgastemos. Las ciudades regenerativas deben tener sistemas eficientes de provisión, depuración y saneamiento del agua para poder gestionar de forma adecuada este vital elemento. Así mismo, deben garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a este bien común indispensable para la vida.

3. Protección de la biodiversidad: más que un elemento estético, los espacios verdes son los responsables del disfrute de ciudades más naturales, saludables y sostenibles. En este sentido, las ciudades regenerativas se desarrollan respetando la naturaleza que las rodea e incorporando a sus diseños la biodiversidad (biofilización urbana), para multiplicar e intensificar los encuentros y la interacción entre sociedad y naturaleza.

4. Implementación de un nuevo modelo energético: para reducir las emisiones de GEI y la contaminación, es necesario que sectores como la industria y el transporte dejen de depender de los combustibles fósiles y empiecen a funcionar con energías limpias renovables. Del mismo modo, se debe procurar que los edificios de la ciudad sean energéticamente eficientes para evitar el desperdicio de recursos, lo que conlleva a un ahorro de emisiones para el planeta y reduce el precio de la factura energética de los ciudadanos.

5. Construcciones resilientes: las ciudades regenerativas deben estar preparadas para hacer frente, absorber, recuperarse y aprender de los problemas y las catástrofes, tanto las naturales como las causadas por el hombre. Sus edificios, instalaciones y estructuras se construyen o se reforman para que eviten, contengan o soporten cualquier tipo de suceso, protegiendo a los ciudadanos, especialmente, a los más vulnerables.

6. Ciudades socialmente sostenibles: deben fomentar un desarrollo territorial cohesionado, bien planificado, peatonal y que favorezca el uso del transporte público. Poner a la ciudadanía en el centro, para que cualquiera tenga acceso a cualquier servicio sin tener que recorrer grandes distancias y aumentar la participación ciudadana: debe construirse para todos y desde el trabajo de todos. Al menos, teniendo en cuenta las perspectivas, ideas y vivencias de quienes habitan las construcciones. 

Desarrollar este tipo de modelo requiere que tanto las instituciones como las empresas y la ciudadanía trabajen codo con codo para rediseñar los espacios que comparten. Y hacerlo, por supuesto, teniendo en cuenta el medio natural.


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