Recursos naturales
ONU

Las áreas naturales protegidas son una pieza clave para alcanzar el desarrollo sostenible

¿Qué porcentaje ocupan en Argentina y cómo pueden ayudar al país a ir hacia un verdadero desarrollo sostenible?

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Por Sofía Antonena

En 1987, la primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland encabezó la comisión de la ONU que redactó un trabajo en el que ponía en tensión y criticaba el modelo de desarrollo económico y la globalización por el alto costo medioambiental que implicaba. En el Informe Brundtland, como se lo conoció, se menciona por primera vez el concepto de ‘desarrollo sostenible': se trata de lograr un equilibrio entre crecimiento económico, protección medioambiental y bienestar social, para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras.

Con esa base, la ONU definió en el año 2000 Ocho Objetivos del Milenio y, en paralelo, se redactó la Agenda de Sostenibilidad Medioambiental. Así, conseguir el desarrollo sostenible se planteaba como un desafío para la humanidad toda. Este fue el puntapié inicial para la formulación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en 2015.

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La Agenda 2030 es una oportunidad para que los países emprendan un cambio de paradigma en lo que respecta al desarrollo, con un lema central: "no dejar a nadie atrás". La ONU definió 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas asociadas, poniendo a las personas en el centro, con un enfoque de derechos y direccionada hacia un desarrollo sostenible global dentro de los límites reales que impone el planeta.

Los 17 objetivos (Fuente: Naciones Unidas)

Esos objetivos configuran la hoja de ruta que representa una posibilidad histórica para América Latina y el Caribe, ya que involucra temas clave para la región: promover el crecimiento económico inclusivo y reducir las desigualdades, garantizar acceso a educación y salud, adoptar medidas contra el cambio climático y fomentar el uso sostenible de los sistemas naturales. Son puntos incluidos en la agenda que el continente debe abordar con una mirada decidida y convicción firme.

La Argentina se comprometió a movilizar los medios necesarios para cumplir con los objetivos económicos, sociales y ambientales de la Agenda. Se han adoptado diferentes medidas para integrar los objetivos mencionados en los planes nacionales de desarrollo y alinear las normativas e instituciones involucradas en el proceso.

Para adecuarse a los ODS y poner proa hacia el desarrollo sostenible, Argentina cuenta con una ayuda esencial: la de las 500 Áreas Naturales Protegidas, que abarcan el 13,29% del territorio nacional y, aunque todavía no alcanzan el 17% planteado en la Meta de Aichi 11, pueden ser clave para cumplir con los ODS.

Áreas protegidas para el desarrollo sostenible

Las Áreas Naturales Protegidas son espacios geográficamente definidos cuya finalidad es la conservación no sólo de la biodiversidad y de sus servicios ecosistémicos per se, sino también de sus valores culturales asociados. Tienen un rol estratégico: son un punto de convergencia entre las esferas ambiental, social y económica, y hacen un aporte fundamental en pos de cumplir con los distintos ODS y quiebran la falsa dicotomía entre lo social y lo ambiental.

Por un lado, las ANP contribuyen al bienestar y salud de la población (ODS 3), ya que generan nexos directos entre la naturaleza y la sociedad. Consideradas áreas de esparcimiento y de conexión psíquica y espiritual son, a su vez, zonas de amortiguamiento y reguladoras de la contaminación del agua, suelo y aire. Algunas de ellas proveen plantas medicinales que inciden positivamente en la salud. 

Senderismo en el Parque Nacional Lago Puelo (Foto: "MAYDS 2018 5 Actividades de Ecoturismo para hacer en Parques Nacionales")

Son centros de investigación, generación de conocimiento e intercambio cultural. Funcionan como espacios ideales para fomentar la sensibilización y concientización ambiental, en concordancia directa con el ODS 4 (Acceso a la educación de calidad).

Monitoreo de fauna silvestre con cámaras trampas (Foto: "MAYDS 2016-Nuevos registros de yaguareté en el Parque Nacional Baritú")

Las ANP preservan servicios ecosistémicos claves para el desarrollo de la vida. Poseen un rol fundamental en la adaptación y mitigación del cambio climático, ya que funcionan como almacenadores y fijadores de carbono. Algunas forman parte de cabeceras de cuenca, otras cumplen la función de regulación y/o almacenamiento de agua. Estos servicios son la base de las producciones primarias, que sustentan la alimentación de gran parte de la población y garantizan los rendimientos a largo plazo. De esta manera, los ecosistemas naturales protegidos aportan sustancialmente a la seguridad hídrica y alimentaria de sus zonas de influencia, en concordancia con los objetivos: ODS 2 Hambre Cero, ODS 6 Agua Limpia y Saneamiento, ODS 13 Acción por el Clima y ODS 15 Vida de Ecosistemas Terrestres.

El establecimiento de ANP contribuye a la creación y desarrollo de medios para la generación de ingresos por parte de las comunidades. Impulsan la inclusión de prácticas productivas sostenibles y generan acciones para el fortalecimiento, desarrollo e integración de los sectores productivos locales. El ODS 8 Trabajo Decente y Crecimiento Económico apunta a estos logros.

Se incentiva el respeto y conservación de conocimientos y técnicas ancestrales tanto de las comunidades originarias como locales que se encuentran dentro o cerca de las áreas protegidas vinculadas con la preservación de su patrimonio natural, histórico y cultural (ODS 10 Reducción de las Desigualdades y ODS 4 Acceso a la educación de calidad).

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Por último, las ANP promueven espacios de participación y cooperación que generan alianzas entre actores e instituciones: entidades estatales, sociedad civil, sector privado, académico y técnico, los cuales tienen incidencia directa sobre la estructura y funcionamiento de las mismas (ODS 17: Alianzas para lograr los objetivos).

Las ANP son un aporte esencial en la búsqueda del desarrollo sostenible. Funcionan como modelos a pequeña escala, basados en un equilibrio dinámico entre la conservación de la naturaleza, el bienestar social y el desarrollo productivo sostenible. Contribuyen a modificar positivamente la relación de las personas con su entorno, a través de la comprensión y conexión con el ambiente que los rodea, para concretar lo que planteó ya en 1987 el informe Brundtland: satisfacer las necesidades del presente sin olvidar a aquellas que vendrán con las generaciones futuras.

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