Países de América Latina exigen que la Meta Global de Adaptación deje de ser una promesa técnica y se transforme en resultados concretos, con financiamiento suficiente, indicadores medibles y compromiso real frente a la vulnerabilidad climática regional. Honduras necesita pasar de la retórica a la acción, priorizando la adaptación local y la participación comunitaria, para que los recursos y planes climáticos lleguen a quienes viven en la primera línea de los impactos ambientales.