Ambiente y naturaleza
Carbón

En Chile, una ‘zona de sacrificio' espera un futuro mejor

La ciudad de Huasco ha sufrido a la sombra del mayor complejo termoeléctrico de carbón del país. Mientras se enfrenta a su cierre o reconversión, persisten las dudas sobre el camino a seguir

*Nicole Kramm - Alexandra González / Dialogue Earth

En 2019, Chile se puso la meta de cerrar las centrales de carbón antes de 2040 y en los últimos años declaró querer adelantar el plazo a 2030. Hasta ahora, ocho de las 28 plantas han cerrado y otras 12 tienen fecha de cierre antes de 2025. Pero las ocho restantes no tienen fecha fijada, entre ellas Guacolda, el complejo energético a carbón más grande del país.

Guacolda, con cinco centrales a carbón y una capacidad para generar 764 megawatts, se encuentra en Huasco, una ciudad portuaria situada en la costa de la provincia del mismo nombre, al sur de la región de Atacama. En la actualidad habitan cerca de 11 mil personas, que viven principalmente de la pesca y la agricultura.

Un cartel en Huasco culpa a Guacolda y CMP de contaminar el medioambiente con elementos tóxicos como níquel y cadmio, causantes de diversos problemas de salud, entre ellos cáncer de pulmón y asma crónica. Un estudio realizado en 2019 por la ONG Chile Sustentable reveló que los residentes de Huasco tienen un 71% más de probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares en comparación con el promedio nacional. También se informó que tienen un 53% más de probabilidades de enfermar por causas respiratorias (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

El parque industrial en el que está Guacolda también cuenta con una planta de fundición de pellets de mineral de hierro alimentada con carbón, explotada por la empresa Compañía Minera del Pacífico (CMP). Durante décadas, esta instalación vertió sus residuos -los restos de la molienda y el procesamiento de minerales para extraer valiosos concentrados de hierro- al mar. Hasta el año pasado no se puso fin a esta práctica, y ahora los residuos se depositan en una gran extensión de terreno al sur de la planta.

Tras años de quejas ciudadanas y sanciones gubernamentales, la planta de pellets ha empezado a verter sus residuos en tierra en lugar de en el mar. Los relaves se filtran, lo que elimina el agua para hacerlos más compactos y estables, y se convertirán gradualmente en cinco terrazas que, según la empresa, se cubrirán con arena y plantas nativas. El emplazamiento se encuentra cerca de la playa Brava, muy frecuentada por los residentes en verano (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

Mirá también: La contaminación del aire amenaza gravemente la salud humana

Debido a los altos niveles de contaminación de estas industrias, Huasco ha llegado a ser considerada una de las "zonas de sacrificio" de Chile, término utilizado para designar las áreas de actividad industrial concentrada, donde los daños medioambientales han tenido consecuencias sanitarias y económicas negativas para los residentes locales.

La ciudad de Huasco alberga un enorme complejo de centrales eléctricas de carbón y una planta de pellets de hierro. Ha llegado a ser considerada una "zona de sacrificio" debido a la contaminación de estas industrias (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

Pilar Triviño, residente en Huasco, dice que todos los días tiene que limpiar el polvo de sus ventanas. Un estudio de la Universidad de Chile reveló que este "polvo negro" es contaminación atmosférica por partículas vinculada a la quema de carbón y al procesamiento de mineral de hierro en la cercana planta de pellets. Se descubrió que contenía altos niveles de elementos como hierro, manganeso y vanadio. La exposición a la contaminación por partículas puede ser perjudicial para la salud humana, y se ha relacionado ampliamente con enfermedades respiratorias, cáncer y nacimientos prematuros (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth) 

Pilar Triviño es activista medioambiental, artista visual y miembro de Huasco Sin Relaves, un grupo local que lucha contra el vertido de residuos industriales. Dice que las enfermedades respiratorias son comunes en la ciudad y en las comunidades del valle del río cercano. "El material particulado está por todos lados, ingiriéndose día a día por todos los habitantes", añade. Un estudio de 2022 reveló que los contaminantes atmosféricos de Huasco, aunque cumplían las normas nacionales chilenas, estaban por encima de los recomendados a nivel internacional por la Organización Mundial de la Salud.

La quema de carbón libera a la atmósfera dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que son causas fundamentales de la lluvia ácida. Estos gases, junto con el monóxido de carbono, el ozono y las partículas de tamaño inferior a 10 y 2,5 micras (conocidas como PM10 y PM2,5) son monitoreados por 11 estaciones de calidad del aire en Huasco y su valle (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth) 

Un pescador, que pidió mantener su anonimato por temor a represalias, dijo a Dialogue Earth que debido a los muchos años de vertido de residuos en las aguas costeras de Huasco, tiene que ir cada vez más lejos para encontrar peces. Afirma que los pescadores reciben ahora ayuda económica de CMP y del operador de Guacolda -pagos que califica como "reparación"-, pero argumenta que no es suficiente. "Estamos dejando sin nada a las futuras generaciones", añade.

Los impactos también parecen haberse sentido en la agricultura. Alex Gajardo y Carmen Luisa Castillo son una pareja local que cultiva aceitunas a lo largo del río Huasco, que riega una fértil franja de valle que fluye entre colinas desérticas hasta encontrarse con el mar justo al norte de la ciudad. Dicen que la contaminación atmosférica de las industrias del Huasco ha provocado que los árboles aborten frutos. "Solíamos sacar 10.000 kilos por hectárea", dice Castillo. "Hoy, con suerte, se están haciendo 3.000".

El agua utilizada para la refrigeración por el complejo energético de Guacolda se devuelve al mar. Se ha observado que esta práctica eleva la temperatura de las aguas y afecta a los animales marinos, incluidas aves y peces poco comunes. Un pescador local afirma que las aguas de Huasco solían albergar una abundante vida marina, como sardinas y caballas. Culpa tanto al complejo energético como al vertido de residuos de la planta de pellets de haber cambiado esta situación (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

El vertido de residuos al mar durante cuatro décadas aumentó la turbidez, que se ha descubierto que impide el crecimiento del fitoplancton, base de la red alimentaria marina. Los análisis gubernamentales han descrito un legado tóxico, ya que tanto el agua de mar como los sedimentos siguen conteniendo niveles altos de elementos como el arsénico y el cobre. Los pescadores afirman que ahora deben alejarse mucho más de la costa para recoger sus capturas, sobre todo mariscos como estas lapas (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

Las familias de pescadores de Huasco afirman que recientemente han empezado a recibir "compensaciones" por parte de la planta de pellets y de la central eléctrica de Guacolda. Cada una les entregaría 50 millones de pesos chilenos al año. Dicen que esto equivale a unos 856 pesos (0,9 dólares) al día para cada familia. Aunque las empresas han anunciado programas de ayuda a los pescadores locales, no han confirmado públicamente estas cifras (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

En 2017, Huasco fue incluido, junto a otras zonas de sacrificio, en el Programa para la Recuperación Ambiental y Social (PRAS) del Ministerio del Medio Ambiente, creado para intervenir territorios con niveles de contaminación críticos. Su objetivo era establecer asociaciones con las empresas locales y el gobierno local, establecer nuevas normativas medioambientales, mejorar la vigilancia de la calidad del aire y llevar a cabo consultas con los ciudadanos. Sin embargo, los participantes de la comunidad cuestionan que el programa no ha aportado soluciones de fondo.

La agricultora Carmen Luisa Castillo cosecha aceitunas de sus árboles en El Pino, una comunidad del Valle del Huasco. Dice que los jóvenes tienden a escapar de zonas rurales como ésta, dejando cada vez menos gente para cultivar la tierra. Su compañero, Alex Gajardo, añade que los retos a los que se enfrenta la agricultura en la región reciben poco apoyo y atención, y que los programas de educación y formación están orientados a las actividades industriales (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

Guacolda Energía, operadora de la central, dijo a Dialogue Earth que había participado en el programa y trabajado en medidas "sociales, ambientales y transversales". Dijo que "mantiene programas de fortalecimiento productivo con organizaciones de pescadores artesanales y con olivicultores de Huasco, con el objetivo de promover su desarrollo".

Consultada sobre la calidad del aire en Huasco, Guacolda Energía señaló a Dialogue Earth que desde 2014 ha tomado una "serie de medidas" para reducir las emisiones en el marco de un plan de prevención de la contaminación del Ministerio de Medio Ambiente. Afirmó que "en los últimos años estas han disminuido significativamente... al punto que Huasco ya no califica como zona de latencia para material particulado".

Gajardo retira las hojas y ramas de las aceitunas recolectadas antes de curarlas. Dice que la lluvia ácida, provocada por la quema de carbón, también repercute en la productividad al afectar a la floración de los árboles, una afirmación respaldada por un estudio de 2013 que evaluó el impacto de la contaminación en el sector olivarero de la zona (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

La empresa está evaluando un plan para reconvertir el complejo para la producción de "amoníaco verde", un fertilizante y combustible producido a partir de energías renovables. Según la empresa, esto le permitiría evitar el cierre y mantener los puestos de trabajo de las más de 900 personas que trabajan allí de manera directa e indirecta.

A pesar de estos retos, el sueño de gran parte de los jóvenes de Huasco es seguir viviendo allí. Piden el cierre de las industrias contaminantes, pero entienden la complejidad que esto significa. "Más que una transición energética hay que lograr una reconversión laboral, buscando nuevas actividades económicas", dice Catalina Gaete Vásquez, de Resueltas del Valle, un colectivo ecofeminista local creado en 2017.

Catalina Gaete Vásquez (izquierda) con otras integrantes de Resueltas del Valle cerca del río Huasco en Freirina, aguas arriba de la ciudad. "Nuestro valle ya no resiste tanto extractivismo", dice. "No se está haciendo nada por protegerlo. No desde las autoridades, quienes deberían. Somos solo las comunidades intentando resistir todo lo que se pueda. Porque no nos queremos ir de acá" (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

Fabiola Perez, consejera regional de Huasco, sostiene que la comunidad ha definido "hace mucho tiempo" que quiere un desarrollo económico sostenible basado en actividades como la agricultura y el turismo. "Cuando hablamos de un cambio en la matriz productiva, es ese el cambio. Las comunidades no están dispuestas a perder este valle, que es único," agrega.

Mientras esperan por el futuro del parque industrial, los habitantes de Huasco observan la expansión de proyectos de energía solar aprovechando su cercanía con Atacama, lugar con elevada radiación solar. Sin embargo, cuestionan que los proyectos se ubican cerca de poblaciones y en suelos agrícolas y que no es energía para ellos sino para minería.

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"Mientras piensan en cerrar la termoeléctrica, invaden el territorio con paneles fotovoltaicos y tendidos eléctricos. No cambió el pensamiento de fondo", sostiene Triviño. "La afectación de este lugar lleva más de 40 años. Aún cuando cierren la planta mañana, el impacto no se va a ir de manera inmediata. Eso es muy injusto".

Toma aérea de la planta de pellets de hierro de la Compañía Minera del Pacífico (CMP), con el complejo energético de Guacolda al fondo. Hasta el año pasado, la planta de pellets vertía sus residuos al mar a un ritmo medio de 4.700 metros cúbicos al día. Miembros de la comunidad e informes de medios de comunicación afirman que la cantidad era a veces el doble de esta cifra (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

Escultura de Luis Alberto Triviño cerca de la costa de Huasco, con la zona industrial visible a lo lejos. Bajo la talla, dice: "El grito de la Naturaleza. Yo también fui parte de este mundo envenenado" (Imagen: Nicole Kramm / Dialogue Earth)

*Publicado originalmente en Dialogue Earth 

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